Los cimientos de la Iglesia sevillana y los más íntimos sentimientos de la religiosidad popular de nuestra ciudad sufrieron la noche del pasado domingo un brutal ataque perpetrado en la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder por parte de lo que ha dado en llamar un “perturbado” (llamémosle nosotros, “loco”) que, tras zarandear y patear la Sagrada Imagen en su camarín, logró arrancarle un brazo y destrozar la túnica del Señor de Sevilla. Nunca se ha visto que un loco se parta los dientes con un canto rodado. Siempre se ha dicho que “a todos los locos les da por lo mismo”. Cuando no matan a su padre con una catana, violan a diestro y siniestro. Cuando no matan a un inocente en la calle en un juego de rol, secuestran a sus hijas en el sótano de su casa durante años. Cuando no se abalanzan contra el Papa, atentan contra nuestras imágenes religiosas. Por cierto, ¿no es también una locura “oficial” el destrozo infligido a la imagen de la Piedad del Valle de los Caídos?. Sigue leyendo