El ejemplo de Hungría

En esta Torre de Babel libertaria que es Europa desde que dejó de llamarse Europa para pasar a llamarse Unión Europea, nos encontramos con que, como dijo en su día Alfonso Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”. Quiero decir con ello que el formar parte de esa Unión Europea, (que de verdadera unión tiene lo que yo de liberal…), conlleva el pago de un precio y un moderno vasallaje de cada país con respecto a la moderna entidad globalizante. Este vasallaje lleva a los países integrantes, (por lo menos a España, que si fuéramos franceses ó alemanes, otro gallo cantaría), a la renuncia expresa de gran parte de sus tradiciones, de su sistema económico, de su producción agraria, de su modo de vida y de sus costumbres. Dentro de todo eso, como es lógico, la Religión no se libra de la quema… Todo en Europa se ha convertido en una auténtica mescolanza amorfa alimentada por unos ideales abstractos y ajenos a cada país en la que, o te zambulles de lleno, ó dejas de ser “europeo”. Como es lógico en esta asquerosa época en que vivimos, todos los países se han arrojado de bruces y sin red en esta pestilente piscina por temor a quedarse “fuera de Europa”.

Pero “héteme aquí” que a esta modernísima y brillante Europa le ha salido una verruga en toda la punta de su nariz. En este proyecto europeizante no caben sentimientos patrióticos. Las Patrias ya no existen. Sólo existe la piscina putrefacta europea. Tampoco existen las verdaderas Monarquías. Hoy los reyes son peleles que a la voz de su amo libertario, se limitan a firmar cuanto se le pone por delante so pena de ser derrocados de sus tronos de paja. Para no existir, ya no quieren que exista ni Dios. El laicismo es la religión de la nueva Europa. Pero, mire usted por donde, a esta nueva Barbie light, atea, apátrida, masona, brillante, tolerante, dialogante y aberrante le ha salido una verruga donde menos podría figurarse: en uno de los antiguos países satélites de la Unión Soviética. ¡Toma castaña!. Sigue leyendo

José Manuel González, in memoriam

El 12 de junio del 2011 nos dejó el amigo “Manolo”. Letrado, maestro, poeta, historiador y folclorista argentino de sangre asturiana y gallega, de poncho negro y boina roja.

Son muchos los trabajos que ejerció como docente: Desde la enseñanza secundaria a la Historia Argentina (Tanto a nivel local como nacional), la Historia Iberoamericana, la Historia de las Ideas Políticas…. Y en lo “antropológico-musical”, fue un sabio defensor de la ligazón del flamenco con las músicas americanas, “de los tangos al tango”, como a él le gustaba decir. Como historiador podríamos hablar largo y tendido de su excelencia, mas concretamos en estos momentos tan difíciles en su interesantísimo libro La “cueca larga” de los Pincheira (Una montonera realista en la Independencia Sudamericana*), donde como bien reseñan nuestros correligionarios de Carlismo Argentino, se señalan muchas líneas de investigación para profundizar en la aventura de historiar a los grandes olvidados, esto es, los muchos americanos que lucharon por el Rey en las dificultosas, traumáticas y poliédricas guerras vividas en el Nuevo Mundo a principios del siglo XIX. Como él se preguntaba, ¿por qué aquellas guerras duraron tanto y por qué hubo tantos americanos que no quisieron separarse de España y sin embargo, han sido tan injustamente olvidados cuando no directamente vilipendiados?

Manolo González nos ha dejado pronto, batallando contra una dolorosa enfermedad. Tenía muchos y lindos proyectos junto con Félix Della Costa. Ha sido una gran pérdida; la pérdida de un carlistón gauchesco, entregado, bondadoso, simpático, cultísimo y entrañable; la pérdida de un hermano de allende el mar, una pérdida irreparable.

Requiescat in pace.

 

Duque de Monte Gordo

Las orejas al lobo

De todos es conocido que la Misericordia de Dios es infinita. Que Dios, en Su infinita Bondad perdona siempre a quienes acuden a Él arrepentidos y deseosos de redimir sus faltas y pecados. También, por otra parte, es conocido que muchos de los mayores tiranos, asesinos y delincuentes que a lo largo de sus vidas cometieron las mayores fechorías y barrabasadas, cuando llega la hora de la muerte suelen mirar hacia arriba esperando el perdón Divino en un gesto de desesperación y de arrepentimiento ante la cercanía de un infierno que, ahora sí, ven cada vez más cercano.

Desde aquél Dimas que en la cruz rogó a Jesucristo que se acordase de él a la hora de llegar al Paraíso hasta, (eso dicen…), el arrepentimiento de una Dolores Ibárruri que en su lecho de muerte pidió un confesor para ponerse a bien con Dios, muchos han sido los que, viéndole las orejas al lobo al sentir cercana la guadaña, han querido expiar sus pecados en sus últimas horas. Y de la misma forma que Jesús le abrió las puertas del Paraíso al buen ladrón, no nos cabe duda de que, a pesar de todos los dislates cometidos a lo largo de sus vidas, muchos habrán sido los que habrán alcanzado el perdón en el último momento. Sigue leyendo

Eutanasia disfrazada

El pasado mes de Mayo, el “desgobierno de España” aprobó el anteproyecto de la que se dio en llamar “Ley de Cuidados Paliativos y de Muerte Digna”, que introduce una puerta abierta a la eutanasia al contemplar el derecho a la sedación terminal, la posibilidad de retirar cuidados básicos (como por ejemplo la alimentación ó la hidratación) ó el poder del médico para retirar soportes vitales. A propuesta de la Organización Médica Colegial, parece ser que la ley se llamará finalmente “Ley de Cuidados Paliativos y de Calidad en la Atención al final de la Vida”, reiterándose así el uso y abuso de eufemismos tan característicos del sistema liberal.

Esta “ideíta” de la Ministro Pajín, (desde luego, el nombre tiene castaña…), viene a regular de manera estatal lo ya regulado regionalmente por los gobiernos autonómicos andaluz y aragonés. A primera vista, el Anteproyecto de Ley no incluye referencia alguna a la eutanasia ó al “suicidio asistido”, (otro eufemismo para no llamarlo asesinato). No prevé explícitamente la utilización de métodos que provoquen la muerte; permite a los menores de edad, a partir de 16 años, (otra vez la frontera de los 16 años, como en la Ley del Aborto…), decidir cómo quieren que sean sus cuidados al final de sus vidas y prohíbe el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios, debiendo éstos respetar la voluntad del enfermo aunque no coincida con su opinión. Sigue leyendo