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«Acto de consagración del Tercio Virgen de los Reyes a su celestial Patrona»
¡Gloriosísima Virgen de los Reyes! Vemos simbolizados en Vos todos nuestros ideales, como Madre de Cristo Jesús, por cuyo reinado suspiramos; Madre de nuestra Patria, por cuya regeneración peleamos; Reina de los Reyes, por tus tradiciones nos sacrificamos.
»Llenos de amor y de confianza, llegamos a vuestras plantas todos los Requetés en orden de batalla, después de haber constituido un Tercio que lleva, y con grande honra, vuestro dulcísimo nombre: el Tercio de la Virgen de los Reyes.
»Nace en medio del fragor del combate, y entre las ruinas que viene amontonando la impiedad, y entre los vivas a Cristo Rey que lanzan nuestros labios, como anuncio de la próxima victoria .
»Antes de ponernos en movimiento, camino del combate, venimos a consagraros nuestras armas como a Reina, y a pediros vuestra bendición como a Madre.
»Como nuestros antiguos caballeros y soldados, aquí tenéis, oh Señora, vuestro Tercio, ordenado en plan de guerra y adornado con las armas de combate que constituyen ahora nuestras más preciadas joyas: nosotros os las presentamos en estos momentos, llenos de emoción; os las rendimos en plan de vasallaje y las levantamos y las abrazamos, en vuestra presencia, jurando empleadas siempre en defensa de la santa causa de Dios, para conseguir el pronto y definitivo reinado del Corazón Sacratísimo de Jesús en España.
»Ahora, oh Madre nuestra, necesitamos e imploramos vuestra bendición para realizar esta empres.a santa en la nueva reconquista; y para que no solamente el Tercio, como cuerpo de lucha, sino todos y cada uno de los soldados que lo forman, sean antes que nada soldados verdaderos de Jesucristo, amantes de Su Corazón, vencedores del infernal enemigo, que aborrezcan el pecado, que no manchen sus labios con palabras de injuria a Dios, y que en todas partes den un santo ejemplo. acreditando así con sus obras el lema que defienden con las armas.
»Mas para lograrlo felizmente, dadnos, Señora, vuestro amor: que seáis siempre nuestra esperanza, nuestro consuelo, defensa y protección ante los asaltos de nuestros enemigos lo repetiremos y sintetizaremos en un palabra: sed siempre la Madre de nuestro Tercio que con filial afecto os ama.
»De esta manera podemos decir ahora y repetir después cuando volvamos a daros las gracias en esta santa capilla: gloria a la Virgen Santísima de los Reyes, por mediación de ella hemos sido salvos y España ha sido glorificada, reinando en ella para siempre el Corazón Sacratísimo de Jesús. A Él sea gloria y adoración por los siglos de los siglos. Amén.»