Reciprocidad

Los rusos lo tienen muy clarito: Los saudíes pidieron construir una mezquita en Moscú. Su respuesta fue razonable: Muy bien, en cuanto ustedes dejen construir una iglesia en Riad. Naturalmente, aquellos que expulsaron a una de las comunidades cristianas más antiguas de la península arábiga (Siendo tan árabes como ellos) dieron la callada por respuesta.

He de reconocer que la reciprocidad rusa me parece deliciosa.

Con esto de la pseudomemoria histérica como proceso revolucionario acelerado se están gestando una serie de esquizofrenias insoportables. Con el bolsillo de todos, faltaría más.

Así resulta que más o menos, sefardíes y moriscos fueron los antecedentes del pacífico, culto y tolerante Frente Popular.

Como dice Antonio Caponnetto, la historia fue la que fue, no la que a nosotros nos hubiera gustado que fuera.

Oliveira Martins, polígrafo portugués poco dado a lo reaccionario, recordaba en su História da Civilização Ibérica que los judíos de la península y el norte de África se confabularon en el 694 para intentar hacer de Hispania un estado mosaico. No sólo hay que quejarse de las duras leyes godas.

Con lágrimas mediáticas se nos recuerda también la expulsión de los moriscos, pero no se nos recuerda el brutal aplastamiento de los cristianos de la Bética que se levantaron al poco de llegar Tarik Ben Ziyad, como no se nos recuerdan las horripilantes matanzas de mozárabes como las de Toledo o Córdoba. Tampoco se nos recuerdan las terroríficas razzias de Almanzor o las sangrientas algaradas de almorávides, almohades y benimerines. Ni siquiera se nos recuerda el entusiasmo de muchos judíos para con la invasión mahometana.

Yo, que me encuentro recíprocamente ruso, invito a repartir nacionalidades siempre y cuando Túnez haga lo mismo con aquellos descendientes de griegos y vándalos que expulsaron o aniquilaron. Ya que hablamos de lágrimas mediáticas, invito a la umma a llorar por el genocidio armenio, por sus amenazas contra Viena y Roma y por sus continuas vejaciones a coptos, maronitas, caldeos, melquitas, etcétera. Y de paso, que suelten algún céntimo como compensación.

He dicho.

Marquês de Almedina

3 comentarios en “Reciprocidad

  1. Si Blas Infante levantara la cabeza se le caían los palos del sombrajo. Rusia ya no es lo que era, ¿verdad politicastros de medio pelo?

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