Al hilo de la profanación de la Cruz arrancada en Callosa de Segura ayer leía algo muy interesante en una red social. Hablaban de cómo algunos fueron concediendo, concediendo, pensando que tapando primero la placa con los nombres de los caídos, eliminándola después, dejando sólo la cruz desnuda a las puertas de la iglesia del pueblo los fervores memorísticos serían saciados.
Pero esos que concedieron y confiaron no fueron capaces de entender lo que era evidente: No pararán jamás hasta erradicar cualquier vestigio, máxime si ese vestigio es una cruz. Porque evidentemente su interés por la “memoria democrática” no es sino un impulso de odio, y como todo impulso de odio es luciferino.
Esperemos que a alguien le sirva de lección y sepa que la concesión es siempre el primero de muchos pasos hacia el precipicio que tenemos detrás.
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No es por la cruz, es por la Cruz
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