Diez consejos para luchar por la España rural

Nota de prensa de la Comunión Tradicionalista Carlista – Conclusiones del Foro Alfonso Carlos: Diez consejos para luchar por la España rural

A continuación publicamos las principales conclusiones de la universidad de verano de los carlistas (Foro Alfonso Carlos I) que se ha celebrado recientemente en Toledo:

  1. Hay que conocer la verdad. De nada sirve estar en la última tractorada contra el Gobierno si no se acomete una visión de conjunto de los problemas de la España rural. Esa visión general exige remontarse al origen del proceso revolucionario liberal, padre de todas las ideologías.
  2. Hay que difundir esa realidad y denunciar todos los ataques que recibe el campo: las mentiras del cambio climático antropogénico; el negocio de los grupos ecologistas; la rapiña de los fondos de inversión; la burocracia que asfixia a autónomos y pequeñas empresas, la falta de libertad que aplasta con normas abusivas cualquier emprendimiento.
  3. Hay que formarse en la lucha legal, organizar talleres de derecho activista para aprender a usar las leyes vigentes contra los enemigos de lo rural.
  4. Hay que entrar en política. Eso quiere decir concretar el compromiso y actuar dejando de lado cualquier tentación individualista o derrotista. Desde el concejo o las cooperativas y asociaciones, hasta el ayuntamiento o la política electoral convencional, hay mucho por hacer.
  5. Hay que abrir los ojos a la sociedad. La responsabilidad del Carlismo no es postularse como un partido más sino hacer ver a quienes ya están luchando que el debate no es izquierda o derecha, democracia o dictadura. Las soluciones no vendrán del sistema partitocrático sino de los mismos españoles cuando comprendan que ya existía libertad antes del liberalismo, sociedad antes del socialismo, comunidad antes del comunismo o ecología antes del ecologismo.
  6. Hay que volver al campo, pero volver de verdad. No para ser teletrabajadores urbanitas sino para implicarse de verdad en las formas de vida rurales y en las buenas tradiciones que aún perviven.
  7. Hay que sostener, recuperar o crear auténticas comunidades, luchando para que sean cada vez más libres en economía, en educación, en autodefensa…
  8. Hay que buscar, conocer y apoyar todos los núcleos de resistencia que estén ya actuando: disidentes individuales, grandes o pequeñas instituciones, iniciativas «guerrilleras» de toda clase.
  9. Hay que prepararse. Para lo que pueda venir, o para lo que va a venir.
  10. Hay que confiar en la Providencia. La España rural es todavía en muchos rincones un testimonio vivo de la España católica. Sin la luz espiritual que aporta el Evangelio no habrá forma de defender esa España rural que amamos.

Comisión Permanente de la Junta de Gobierno de la
Comunión Tradicionalista Carlista

La Comunión Tradicionalista Carlista apoya al campo español

La Comunión Tradicionalista Carlista exige que la acción política sea independiente del rédito electoral

La Comunión Tradicionalista Carlista ha apoyado, con la presencia de numerosos carlistas en la manifestación habida ayer en Madrid, las reivindicaciones no solo de los agricultores y ganaderos, sino de todos los españoles que viven y trabajan en el ámbito rural.

Comunión Tradicionalista Carlista.- Madrid, 20  de marzo de 2022. El mundo rural español es una más de las víctimas de nuestro sistema político actual, que no representa los intereses reales de los españoles, sino solo los intereses políticos de los partidos «institucionales». Estos solo están preocupados por ejercer el poder no en la búsqueda del bien común, sino del bien particular de sus partidos, y eso pasa por obtener el máximo número de escaños, que se concentran en las grandes ciudades, y no en el 85 % restante del territorio nacional, ocupado por el mundo rural.

Por eso, desde el poder ni se comprende al campo, ni se preocupan por él.

Los problemas del campo son muchos, y no se aborda ninguno:

1º.- La pérdida de la dignidad de la vida rural, pues actualmente desde el ámbito político y mediático todo se piensa y se hace desde la óptica de las grandes ciudades. Por eso el carlismo propone que toda la legislación económica y acción política se haga desde la perspectiva rural.

 2º.- La «eficiencia» y la «rentabilidad económica» rige actualmente todas las decisiones que afectan al mundo laboral y a la distribución de medios públicos. Por ello, los dispensarios sanitarios rurales, las escuelas rurales, los negocios en el ámbito rural (establecimientos comerciales, bancarios, etc.) y tantas otras cosas quedan completamente descartados, pues no tienen la misma rentabilidad que en las grandes agrupaciones urbanas. Por eso el carlismo propone volver a una economía centrada en el hombre, y no en el reparto de dividendos. Una economía que favorezca el fortalecimiento de la comunidad política de cercanía aun a costa de la rentabilidad económica a corto plazo.

 3º.- La legislación desbordada y desinformada, que no hace nada más que criminalizar al mundo rural. Así, por ejemplo, la caza y la pesca es necesaria para mantener el equilibrio ecológico, que está fundado en la participación del ser humano como depredador. Seguir restringiendo más allá de lo razonable, y sin fundamentación real alguna, estas actividades, no salva a la naturaleza, sino que la condena.

4º.– El empobrecimiento rural, cada vez mayor, y motivado por la constante intervención de las diversas administraciones (desde la local hasta la comunitaria) que no llegan a asumir que es necesario que España tenga «soberanía alimentaria» y que no dependamos, para nuestro sostenimiento, de importaciones de otras naciones. En la actualidad, sin embargo, desde las diversas administraciones se favorece la competencia desleal con los productos procedentes de países extracomunitarios, pues a la producción agrícola y ganadera de estos países se le exige unos estándares de calidad y de regulación laboral mucho más livianos que a nuestra producción autóctona.

5º.- Y finalmente, el avance constante y sostenido de la despoblación del ámbito rural. El problema más grave de todos los países occidentales es, precisamente, la despoblación, pues de seguir con los actuales índices de natalidad los europeos seremos una minoría en nuestro propio continente dentro de dos generaciones. Sin embargo, el ámbito rural, acostumbrado a una vida mucho más cercana a los ritmos naturales, es el espacio adecuado para poner en práctica una auténtica política de apoyo a la natalidad que no se quede en la mera imagen. Nuestro derecho histórico contiene soluciones que adaptadas a los nuevos tiempos serán tan válidas como lo fueron en el pasado. Los fueros y las cartas pueblas hacían atractivo el aumento de la población en determinadas regiones a través de la aplicación de beneficios tributarios y regulativos. En la actualidad, la aplicación de beneficios fiscales y legislativos a las empresas que se radiquen en el ámbito rural, o a las familias que se domicilien en el mismo, garantizará la sostenibilidad de nuestra propio ser comunitario, amenazado y en peligro de extinción.

Por eso el Carlismo recuerda que el Campo es Tradición, y que luchar por la dignidad del ámbito rural es hacer Patria. Por ello todas las fuerzas políticas que se empeñan en dar la espalda al campo, lo que hacen es dar la espalda a la España Real. Nuestra libertad política se fundó históricamente (pues no puede tener otro fundamento) en la libertad municipal: si olvidamos la libertad para el bien del ámbito rural, ponemos en peligro todas las libertades cívicas y políticas, pues un pueblo no puede ser libre cuando no es capaz de tratar con justicia a quienes se dedican a cubrir las necesidades más básicas de sus compatriotas.

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