Era una crónica anunciada… Desde el mismo momento en que los malos mengues dictaminaron que la final de la Copa del Rey, (¿del Rey?), la disputasen el F.C. Barcelona y el Athletic de Bilbao, el espectáculo separatista estaba servido. Tan es así, que desde el Paseo de la Castellana se negaron en rotundo a que dicho partido se celebrase en el Santiago Bernabéu.
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