El caballero andaluz

A Dios gracias que pasó el 28 de febrero, día que me trae de cabeza desde la más tierna infancia, cuando me obligaban en el colegio a hacer un pseudodesfile con aquellas banderitas islamófilas. Nunca me he sentido a gusto con esa artificiosa imposición. No ha sido la Andalucía que yo he visto tan bien reflejada en su gente, como por ejemplo en dos arquetipos de caballeros que un tuvo la suerte de conocer -entre tantos otros que no se me enfaden-; a dos que para más señas, eran carlistas: Aurelio Barrau y Domingo Fal-Conde. ¡Qué buen recuerdo tengo de ambos! Ejemplos de gente noble, dispuesta, diligente, comprometida, animosa, alegre. Y sin embargo, ni Domingo ni Aurelio tuvieron infancias fáciles, sabiendo, como se decía en el Requeté, que se ganó la guerra pero se perdió la paz.
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