Desde que la terminología eufemística del aparato liberal comenzó a rodar por el territorio patrio, nada es nada y todo puede ser perfectamente cualquier cosa sin temor a caer en el mayor de los absurdos y sin caer en el riesgo de desvirtuar el idioma español, la celebración de efemérides y los conceptos más concretos. El problema es que siempre se tratan de desvirtuar conceptos y efemérides de marcado carácter hispánico con la finalidad de arrancar de cuajo su significado religioso o tradicional. Es, por ejemplo, lo que le pasa al llamado “puente de la Constitución”, que siempre se llamó “Puente de la Inmaculada”, a la Navidad que algunos tratan de renombrar con la cursilería de “solsticio de invierno” ó a la Semana Santa y la Feria que ahora llaman “fiestas primaverales”. El día de Todos los Santos ya no se llama así. Ahora es Halloween y le metemos en la cabeza a los niños ideas absurdas de brujas, monstruos y calabazas en lugar de fomentar la veneración que le debemos a nuestros difuntos. Ahora el día de la Epifanía, tan esperado por todos los niños con la llegada de los Reyes Magos de Oriente, se ha quedado tan sólo en el día final del “solsticio de invierno” relegando así a Sus Majestades al olvido en beneficio del simpático engendro coloradote de la Coca-Cola. Si esto es así ahora, no digamos cuando la CEOE consiga, (como así es su proyecto), trasladar las festividades del almanaque a los viernes ó a los lunes a favor de no sé qué solución alternativa a la crisis… Sigue leyendo
Día de la Virgen del Pilar
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