Hay hombres que con su bagaje intrahistórico construyen la existencia de un país. Ese fue el caso de José Escobar Gutiérrez, mi vecino de toda la vida.
Nacido el 9 de julio de 1909 en Bollullos de la Mitación (Sevilla), siempre tuvo algo claro: Él era un hombre de la Iglesia. Alimentada la fe desde la cuna, continuó el familiar oficio de la barbería.
José decía verdaderamente que él no tenía “intereses políticos”. Como tantos del pueblo, fue encarcelado por el Frente Popular. ¿El motivo? “Oler a incienso”. Así estaban las cosas.
Tras salir de aquel amargo trance, no vaciló mucho y se alistó en el Requeté como otros tantos aljarafeños. “A las órdenes de don Enrique Barrau Salado, comenzando en el Pabellón de Argentina. Antonio, ¿dónde iba yo a estar mejor?”, remarcaba. Sigue leyendo