Contra el europeísmo

Ni puedo ni quiero ni debo ser europeísta. "España y yo somos así, señora", que dijo un genio. Y menos de la Europa de Westfalia, que se confirmó en criminosos engendros desde Cromwell a la guillotina francesa.

¿Que hubo un día en que la Cristiandad se confundió con Europa? Sí, cuando el Viejo Continente miraba a Tierra Santa con todas sus fuerzas.

Yo soy español, español de Andalucía, español por andaluz y andaluz por español, no me “entretengo” en engañosos galimatías, y por ende defiendo la Hispanidad. Y porque soy hispanista, no puedo ser otra cosa que lusófilo y (hispano)americanista, amén de tremolar muy alta la bandera de mi raza. Porque pienso y creo que el camino español no tiene pérdida posible desde los romanos tiempos, y que éste se encuentra por ventura en la fuerte alianza con Portugal y nuestra América, en recuperar Gibraltar y en no descuidar la costa norteafricana como nuestra natural orilla. Y eso es lo que más temen y odian nuestros enemigos de siempre, por más que estemos en nuestras horas más bajas. Nunca querrán a España y Portugal aliados de verdad, ni menos con el Ultramar. Tanto a España como a Portugal se lo han venido dejando claro en estos últimos siglos. Sigue leyendo

Europa perdió el tren de Rusia

“Hay todavía una ventaja del Este que no suele tenerse en cuenta, pero que me parece muy importante: el Este no sufrió la corrupción protestante, de suerte que, bajo la lava marxista que hoy lo domina y le da carácter, se esconde todavía un cristianismo, aunque pueda ser cismático, menos contaminado que el del Oeste, corrompido por la Reforma protestante. Si algún día esa lava marxista pudiera ser eliminada, quizá sería del Este de donde otra vez habría que esperar la luz: Ex Oriente lux! Y bajo el quizá mito de Moscovia como la "tercera Roma" no sabemos si no late todavía una verdad misteriosa que el futuro nos pueda desvelar. Pero el futuro sólo es de Dios, y los hombres no podemos predecirlo sin una gracia especial para ello."

Así hablaba Álvaro D´Ors en La violencia y el orden.

Tras la descomposición de la terrible Unión Soviética, se podría haber intentado colaborar con Rusia para su regeneración. Empero, nuestro mundo liberal primero entregó medio mundo al comunismo para luego intentar el bestial saqueo de la nueva Rusia capitalista.

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