Lo acaba de revelar una encuesta: el 55% de los andaluces no votará en las próximas elecciones municipales. El sondeo, elaborado a encargo de la Confederación de Asociaciones Vecinales de Andalucía, pone sobre el tapete además los motivos de este desinterés por los comicios: “incumplimiento reiterado de las promesas políticas y la falta de compromiso para resolver los problemas reales de la ciudadanía”.
Que esto suceda a estas alturas de la película no resulta ninguna sorpresa. Que a la clase política que vive a cuerpo de rey a costa de los votantes le da igual lo alta que sea la participación tampoco. A nuestros políticos no les preocupa la “legitimidad” que puedan obtener del pueblo para su elección sino, sobre todo, estar en los centros de poder y decisión, en los que además se reparte el dinero público.
Cuando se convocó el referéndum para el nuevo Estatuto de Andalucía, que no votó prácticamente nadie, los asalariados de los partidos insistieron en que se había aprobado por “amplia mayoría” (mayoría de los que votaron, claro) y que, por lo tanto, eso era lo que “quería el pueblo”. Ignoraron deliberadamente que a más del 63% de los andaluces no le había dado la gana de ir a votar el Estatuto que se guisaron y comieron solitos PSOE, PP e IU en el Parlamento autonómico. Sigue leyendo