En estos pasados días de Semana Santa en que, por una parte hemos conmemorado los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, y por otra hemos vuelto a sufrir la persecución religiosa de los autodenominados “perturbados” que lo mismo entran desnudos en una Capilla Universitaria, que le arrancan un brazo a la imagen del Gran Poder de Sevilla, que destrozan un Sagrario profanando la Sagrada Forma, que le meten fuego a la Cripta de la Sagrada Familia de Barcelona; he estado reflexionando sobre la postura a adoptar por los carlistas ante esta oleada de vandalismo anticatólico. Incluso cuando realicé el pasado Miércoles Santo mi Estación de Penitencia junto a mis hijos, estuve pidiéndole a Dios, bajo mi antifaz, que me iluminara y que iluminara a los que, de una u otra forma nos definimos como católicos.
En esta Semana Santa pasada en la que hasta la climatología se ha vestido de laicismo impidiendo que la mayoría de las cofradías sevillanas pudiesen procesionar, me venía a la memoria un estudio estadístico elaborado por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad en el que se cifraba en 62.000 el número de nazarenos que, en condiciones meteorológicas benignas, hubieran acompañado a sus Titulares por las calles de la tierra de María Santísima. Si a ello le sumamos un número aproximado de 4.800 costaleros, otro parejo de 1.020 acólitos, otro añadido de unos 300 colaboradores de chaqueta, otras 240 personas encargadas del encendido de los pasos y un número que ronda los 8.400 músicos, nos encontramos con que en Semana Santa procesiona un número aproximado de 76.760 personas. Sigue leyendo