La Comunión Tradicionalista Carlista apoya al campo español

La Comunión Tradicionalista Carlista exige que la acción política sea independiente del rédito electoral

La Comunión Tradicionalista Carlista ha apoyado, con la presencia de numerosos carlistas en la manifestación habida ayer en Madrid, las reivindicaciones no solo de los agricultores y ganaderos, sino de todos los españoles que viven y trabajan en el ámbito rural.

Comunión Tradicionalista Carlista.- Madrid, 20  de marzo de 2022. El mundo rural español es una más de las víctimas de nuestro sistema político actual, que no representa los intereses reales de los españoles, sino solo los intereses políticos de los partidos «institucionales». Estos solo están preocupados por ejercer el poder no en la búsqueda del bien común, sino del bien particular de sus partidos, y eso pasa por obtener el máximo número de escaños, que se concentran en las grandes ciudades, y no en el 85 % restante del territorio nacional, ocupado por el mundo rural.

Por eso, desde el poder ni se comprende al campo, ni se preocupan por él.

Los problemas del campo son muchos, y no se aborda ninguno:

1º.- La pérdida de la dignidad de la vida rural, pues actualmente desde el ámbito político y mediático todo se piensa y se hace desde la óptica de las grandes ciudades. Por eso el carlismo propone que toda la legislación económica y acción política se haga desde la perspectiva rural.

 2º.- La «eficiencia» y la «rentabilidad económica» rige actualmente todas las decisiones que afectan al mundo laboral y a la distribución de medios públicos. Por ello, los dispensarios sanitarios rurales, las escuelas rurales, los negocios en el ámbito rural (establecimientos comerciales, bancarios, etc.) y tantas otras cosas quedan completamente descartados, pues no tienen la misma rentabilidad que en las grandes agrupaciones urbanas. Por eso el carlismo propone volver a una economía centrada en el hombre, y no en el reparto de dividendos. Una economía que favorezca el fortalecimiento de la comunidad política de cercanía aun a costa de la rentabilidad económica a corto plazo.

 3º.- La legislación desbordada y desinformada, que no hace nada más que criminalizar al mundo rural. Así, por ejemplo, la caza y la pesca es necesaria para mantener el equilibrio ecológico, que está fundado en la participación del ser humano como depredador. Seguir restringiendo más allá de lo razonable, y sin fundamentación real alguna, estas actividades, no salva a la naturaleza, sino que la condena.

4º.– El empobrecimiento rural, cada vez mayor, y motivado por la constante intervención de las diversas administraciones (desde la local hasta la comunitaria) que no llegan a asumir que es necesario que España tenga «soberanía alimentaria» y que no dependamos, para nuestro sostenimiento, de importaciones de otras naciones. En la actualidad, sin embargo, desde las diversas administraciones se favorece la competencia desleal con los productos procedentes de países extracomunitarios, pues a la producción agrícola y ganadera de estos países se le exige unos estándares de calidad y de regulación laboral mucho más livianos que a nuestra producción autóctona.

5º.- Y finalmente, el avance constante y sostenido de la despoblación del ámbito rural. El problema más grave de todos los países occidentales es, precisamente, la despoblación, pues de seguir con los actuales índices de natalidad los europeos seremos una minoría en nuestro propio continente dentro de dos generaciones. Sin embargo, el ámbito rural, acostumbrado a una vida mucho más cercana a los ritmos naturales, es el espacio adecuado para poner en práctica una auténtica política de apoyo a la natalidad que no se quede en la mera imagen. Nuestro derecho histórico contiene soluciones que adaptadas a los nuevos tiempos serán tan válidas como lo fueron en el pasado. Los fueros y las cartas pueblas hacían atractivo el aumento de la población en determinadas regiones a través de la aplicación de beneficios tributarios y regulativos. En la actualidad, la aplicación de beneficios fiscales y legislativos a las empresas que se radiquen en el ámbito rural, o a las familias que se domicilien en el mismo, garantizará la sostenibilidad de nuestra propio ser comunitario, amenazado y en peligro de extinción.

Por eso el Carlismo recuerda que el Campo es Tradición, y que luchar por la dignidad del ámbito rural es hacer Patria. Por ello todas las fuerzas políticas que se empeñan en dar la espalda al campo, lo que hacen es dar la espalda a la España Real. Nuestra libertad política se fundó históricamente (pues no puede tener otro fundamento) en la libertad municipal: si olvidamos la libertad para el bien del ámbito rural, ponemos en peligro todas las libertades cívicas y políticas, pues un pueblo no puede ser libre cuando no es capaz de tratar con justicia a quienes se dedican a cubrir las necesidades más básicas de sus compatriotas.

Más información:

Secretaría técnica de la CTC: 913 994 438 – 636 584 659
carlistas@carlistas.es

El carlismo andaluz, con el campo

Quizá hay quien tiene que echar cuentas y calcular estrategias para saber qué decir de determinados temas, qué posición ocupar en determinados conflictos. Los carlistas tenemos claro que en eso también tenemos una tradición que nos avala y nos permite seguir defendiendo lo mismo, siempre.

En estos días en los que los pequeños productores de nuestro campo salen a calles y carreteras a pedir justicia para su trabajo, aprovechamos para traer lo que en la prensa tradicionalista sevillana decíamos no ayer, no la semana pasada, no hace dos legislaturas: Lo que decíamos el 1 de agosto de 1931, que por supuesto enlaza con lo que llevamos casi dos siglos defendiendo: Que el campesino merece justicia, merece la propiedad de su tierra y de su trabajo, y que debe huir de partidismos que buscan siempre servirse de él.

Decía nuestra prensa el 1 de agosto del 31, refiriéndose entonces a la amenaza socialista al campo pero que vale también ahora que son también otros los que pretenden robarles el fruto de su trabajo (competencia desleal, burocracia, chantaje comercial…):

«Cambiar de amo, no, y menos para empeorar. Aspirar a ser dueños, sí; a obtener justo y bien ganada recompensa por vuestros esfuerzos, sí. Pero eso no os lo dará el Socialismo; de eso quiere desposeeros y desesperanzaros el Socialismo.

No seáis socialistas, ni comunistas, ni anarcosindicalistas, ni monárquicos, ni republicanos. Cuando llegue un político a vuestros pueblos, encerraos en vuestras casas y atrancad las puertas. Sed obreros, nada más que obreros, con aspiraciones santas de llegar a propietarios. Formad para eso vuestro gremio, vuestro sindicato neto, puro, sin mezcla de partidismo político de ninguna clase. Solamente así seréis fuertes; solamente así resolveréis vuestro problema. Y los caudillos redentores, si quieren comer y medrar, que trabajen.

¡Campesinos, salud!»

(Suplemento al número 4.364 del diario La Unión. Sevilla, 1 de agosto de 1931)

El campo es tradición. El carlismo andaluz, con nuestro campo. Con la España Tradicional.