El próximo jueves 10 de agosto se cumple el 87º aniversario del martirio del requeté Antonio Molle Lazo en la localidad de Peñaflor (Sevilla).
Con tal motivo, y como cada año, se celebrará santa misa por su alma y en rogativa por su pronta beatificación en la Basílica de Nuestra Señora del Carmen de Jerez de la Frontera, donde reposa su cuerpo, a las 20:00 horas.
Desde el Círculo Carlista Virgen de los Reyes de Sevilla animamos a todos nuestros miembros, correligionarios, simpatizantes y amigos a asistir a esta misa y nos hacemos eco del llamamiento de la Asociación de Fieles Servidores de Cristo Rey de encargar misas con esta intención.
Dejamos a continuación, como otros años, el vídeo realizado por Agnus Dei Prod sobre Antonio Molle.
Como cada 10 de agosto, la Asociación de Fieles Servidores de Cristo Rey ofrecerá en Jerez la celebración de la Santa Misa en memoria de Antonio Molle.
La cita será en la Basílica del Carmen de Jerez de la Frontera, donde reposan sus restos, a las ocho de la tarde.
Como cada 10 de agosto, en el aniversario del martirio de Antonio Molle Lazo en Peñaflor, la Asociación de Fieles Servidores de Cristo Rey, que promueve su causa de beatificación, nos convoca a la Santa Misa en la Basílica del Carmen de Jerez de la Frontera, donde reposan sus restos. Será a las ocho de la tarde.
A continuación reproducimos la síntesis del Martirio de Antonio Molle publicado por dicha Asociación:
Nació, este siervo de Cristo Rey, en
Arcos de la Frontera, Cádiz, la madrugada del Viernes Santo del 2 de
abril de 1915, cuando procesionaba, ante la casa de sus padres, la
Hermandad de Jesús Nazareno. Hizo la Primera Comunión con los Hermanos
de las Escuelas Cristianas (HH. De la Salle), en Jerez de la Frontera,
el día 15 de mayo de 1924. En la festividad de Cristo Rey, se consagró
al Divino Corazón y a María Inmaculada, imponiéndosele el Santo
Escapulario de la Virgen del Carmen como Terciario Carmelita.
Constante en sus devociones, afable en el
trato y ejemplar en su conducta, sin embargo, nada extraordinario
revelaba, en su infancia y adolescencia, su fervor y apasionamiento por
todo lo que podía acercarle a Dios, y un profundo desprecio de lo que de
Él nos aparta, lo que le distingue de entre sus compañeros.
En 1929 comienza su actividad pública
como miembro de la Comunión Tradicionalista y unos años más tarde, ante
el régimen republicano, vigila y defiende iglesias y conventos de
profanaciones y quemas como Requeté, acudiendo siempre con ánimo alegre y
resuelto al lugar de mayor necesidad, hasta que, al ser acusado de
inducción a la rebelión por los enemigos de Dios, es detenido y
encarcelado enla madrugada del 2 de abril, día de su aniversario.
Su estancia en prisión sirvió para
fortalecerlo en la Fe y reafirmar sus ideales. Organizaba el rezo del
Santo Rosario, incluso pidiendo por sus carceleros. Al comentar la
lectura del martirio de un Santo, comentó en la celda, a sus compañeros
de cautiverio: “Sufriré los más atroces tormentos antes que apostatar de mi Dios”, … “¿Puede haber mayor gloria que dar la vida por Cristo?”, profetizando su propia muerte sin saberlo.
El 6 de agosto, primer viernes de mes y
festividad de la Transfiguración, recibió a Jesús Sacramentado. Cuatro
días después, se decide celebrar, en la Capilla del Convento de las
Hermanitas de la Cruz, en Peñaflor, por estar profanada la Parroquia de
ese pueblo, Misa funeral por las víctimas y por el General Sanjurjo, el 10 de agosto de 1936.
Tras una noche de guardia, Antonio, confesó y comulgó, en actitud
recogida e íntima unión con Dios, por última vez. Siendo sorprendidos,
poco después, por unos dos mil milicianos que atacaron Peñaflor, desde
Palma del Río, aquel mismo día por la tarde, era cruelmente martirizado
en esa población.
Dada la rapidez del ataque, tres Guardias
Civiles y dos Requetés, entre los que se encuentra Antonio Molle, no
pueden concentrarse en el Ayuntamiento, donde se habían hecho fuerte el
puñado de valientes voluntarios que se habían desplazado, desde Lora del
Río, a defender a las gentes del pueblo y el Convento.
Antonio, llevado de su gran corazón para
con el prójimo, insta a organizar la defensa del Convento de las
Hermanas de la Cruz, y una vez dentro, vista la imposibilidad de hacerlo
desde allí, por no reunir las condiciones necesarias, pasan a las casas
de enfrente, defendiéndolas durante horas. Las mujeres encerradas en
las casas, temen, que las maten los asaltantes socialistas y anarquistas
y lloran desconsoladas, suplicando no las dejen desamparadas.
Antonio, con sus compañeros, a la llegada
de la tarde, en que se agotaron las municiones, aconsejó a las dueñas
de la casa, que se marchasen en busca de otro refugio, pues desde allí
nada podían hacer ya por ellas. El heroico joven queda retrasado
ayudando a una anciana a saltar la tapia medianera de la casa, y
seguidamente trata de reunirse con sus compañeros. En su marcha, salta a
un corralón dónde se le unen un grupo de mujeres y niños, ayudándoles a
forzar la puerta falsa de una casa que daba a la carretera. Las
personas que componen el grupo, logran pasar al interior, invitado a
Antonio a entrar, que se excusa “por no querer comprometerlos”, quedando
en una cocina que había en el corral. En ese momento, llaman a la
puerta con grandes golpes, y mientras abren a los milicianos atacantes,
Antonio sale de allí tratando de ocultarse.
Aparece, entonces, una avioneta nacional
de reconocimiento, y al verla, los milicianos, huyen asustados a
refugiarse, penetrando tres de ellos en una casa cercana a la anterior, y
al divisar a Antonio tratando de pasar a un tejado, le encañonan y
obligan a bajar, entregándose voluntariamente brazos en alto y
desarmado. En medio de una algarabía, palabras soeces y a golpes de
culata, le conducen al jefe de las milicias que se encontraba delante de
la estación de ferrocarril, a la entrada del pueblo.
¡Había comenzado su calvario!
Despiadadamente, no se conforman con insultarle y golpearle, quieren
que, de “vivas a Rusia” y “mueras a la Religión”, pero él, con los
brazos en alto y con gran serenidad, responde: ¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey!
Replicando los milicianos: “¿Qué Viva Cristo Rey, ni qué Viva España?,
que diga ¡Viva Rusia!”, pero Antonio imperturbable, sigue contestando: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!”.
Los milicianos lo hostigan y encañonan,
gritándole: ¡Canalla! ¡Fascista! ¡Vamos a bebernos tu sangre! ¡Vamos a
matarte! Intrépidamente contesta Antonio: “Me mataréis, pero Cristo triunfará”.
Impotentes para vencer tanta Fe, los enfurecidos milicianos disparan a
bocajarro contra él y, con los brazos en cruz, sale, más potente, de su
garganta el grito de “¡Viva Cristo Rey!”, desplomándose en la tierra.
Ya en el suelo, herido de muerte, es
sometido a horroroso martirio. Incapaces de haber vencido su alma, se
arrojan sobre la víctima, ensañándose con su cuerpo. Al ver las turbas
arrojarse sobre él, una voz ordena: “¡No rematarlo, dejadlo que sufra!”,
para saciar su odio satánico. La multitud que se agolpa alrededor,
sobre Antonio, gesticula y vocifera gozando con la agonía de su víctima
indefensa. Prolongando su martirio, le golpean en la cara, le roban una
medalla y le mutilan cruelmente, cortándole las orejas y la nariz.
Acuchillado y cubierto de sangre, yace su cuerpo en medio de la
carretera. De todo ello dió testimonio D. Rafael de las Heras, Jefe de
Estación de Peñaflor que, desde ésta, fue testigo, junto con algunas
mujeres del pueblo.
Una sencilla cruz de hierro marcaba, a un
lado de la carretera, frente a la estación en Peñaflor, el lugar donde
fue martirizado el heroico y ejemplar cristiano español que, siendo
retirada hace unos años, se reubicó y en la actualidad está colocada en
la espadaña del Convento de las Hermanas de la Cruz.
Tres días después, fue trasladado su
cadáver a Jerez, y quince meses más tarde, queriendo sus padres mudarlo
del húmedo suelo donde estaba enterrado, solicitaron y obtuvieron
permiso del Eminentísimo Señor Cardenal de Sevilla, para la exhumación
del cuerpo de su hijo. Abierta la sepultura y extraído el ataúd y a
pesar de haberse podrido la caja, pudo comprobarse que el cadáver estaba
íntegro y no exhalaba mal olor, siendo levantada acta notarial de este
admirable hecho, previo juramento presentado por las autoridades
eclesiásticas, civiles y militares que lo presenciaron. Desde entonces
han sido incontables los favores atribuidos a la intercesión de este
joven ejemplar, como lo atestiguan las cartas que se reciben de los más
apartados lugares de España y el extranjero.
Por especial concesión de la Sagrada
Congregación de Ritos, los retos de este insigne siervo confesor de
Cristo Rey, previo correspondiente y minucioso reconocimiento médico y
científico, descansan, y se veneran, en la Capilla de Cristo Rey, en la
Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada, esperando que, con la
ayuda de Dios y las súplicas de los devotos, Antonio Molle, en breve,
pueda ver reconocido su martirio y la elevación a los altares sea una
realidad.
A.M.D.G
Pueden contactar Asociación de Fieles Servidores de Cristo Rey en: Convento de los RR. PP. Carmelitas Calzados, Jerez de la Frontera, en el correo electrónico: servidorescristorey@hotmail.com o en el tlf.: +(34) 607 982 682.
Les dejamos también el cortometraje que AgnusDei Prod dedicó a Antonio Molle hace unos años: