Ha pasado el doce de octubre, y nos hemos felicitado, hemos gritado ¡viva España!, ¡viva la Hispanidad!, hemos colgado de ventanas y balcones nuestras banderas y hemos participado en las redes sociales, aclamando las glorias pasadas. ¡Hemos hecho patria!
Ya pasó. Y ahora ¿qué? ¿Ahora, todos a casa, a la rutina diaria y a olvidarse de todo? Si esto es así, para nada habrá servido el 12 de octubre. Hacer patria es cosa de todos los días, no de un calentón porque llega una fecha especial en el calendario. Y hacer patria, no se hace solo gritando, se hace trabajando. En primer lugar haciendo bien nuestro trabajo de cada día, cómo no, pero hoy por hoy no es suficiente, y es necesario hacer más. Los hay que no hacen más, salvo cuando hay elecciones, que a saber a quién votan, y los hay que sí hacen, muchos son los que hacen, pero hacen lo que a ellos se les ocurre, en pequeños calentones que tienen a lo largo del año, cada uno lo suyo, todos tirando del carro sí, pero cada uno para un lado, y así, lógicamente, el carro no avanza.
Si las falanges griegas y las legiones romanas eran tan temidas era porque estaban organizadas y entrenadas, los soldados obedecían a sus generales, sabían cuando había que embestir y cuando no. No eran simples honderos que cada uno lanzaba una piedra hacia donde se les ocurría.
Y eso es lo que nos hace falta hoy en día, somos más de lo que parece, pero estamos indisciplinados, todos creemos saber lo que hay que hacer y sabiéndolo, lo hacemos por nosotros mismos, sin organización y sin colaboración.
Por eso un día allá por 1986, en un congreso que hubo en el Escorial, diversos gurpos carlistas que andaban cada uno por su lado, decidieron unirse y crear la Comunión Tradicionalista Carlista, como unión de todos los que compartían los mismo ideales de Dios, Patria y Rey. Y se elaboraron unos estatutos, se eligió una jerarquía y se pusieron en marcha. Aún así, todavía son muchos los que siguen haciendo la guerra por su cuenta, hacen lo que les parece, sin marcarse objetivos a medio y largo plazo. Y todos estos, que siguen siendo muchos, si unieran sus esfuerzos, si se pusieran a trabajar hombro con hombro, darían unos frutos que hoy por hoy no consiguen, ni conseguirán. Cada uno cree tener razón, y saber qué es lo que hay que hacer. Son todos generales y ninguno soldado, y así no hay quien gane una guerra.
Por eso desde la C.T.C., convocamos a todos esos buenos españoles a trabajar unidos, con unos objetivos concretos, pensados a medio y largo plazo. Hay mucho trabajo que hacer y todos caben, todos tienen un trabajo que les espera, cada uno el suyo, pero todos convergentes en los grandes ideales de Dios y de España. Un calentón de un día no va a solucionar nada, pero un trabajo constante y todos unidos da sus frutos. Que nadie lo olvide y el que se anime, ya sabe que en la C.T.C. lo estamos esperando con los brazos abiertos.
ESPERAINDEO.
Aunque mi nombre sea de emperador, hoy me visto de simple legionario y me pongo a vuestras órdenes pero, ¿Dónde está el nuevo Publio Cornelio Escipión Emiliano que nos lleve a tomar la nueva Cartago?. ¿Y dónde los generales y centuriones que estén realmente disciplinados como para llevar a cabo esta gesta con éxito?. Cuando los mandos de la legión y del Imperio estén realmente dispuestos al combate, las legiones se contarán por miles. La cuestión es que Roma quiera entrar de verdad en Hispania.
De momento habrá que ir formando las legiones hasta que venga un nuevo Escipión cuando Dios quiera. De nada serviría un Escipión sin legiones.
¿Y están los generales capacitados y con la ilusión de formar a las legiones o están lamiéndose las heridas de derrotas pasadas?. ¿Tienen la frescura mental necesaria como para adaptarse a los nuevos tiempos y al nuevo armamento de guerra de guerrillas ó siguen empecinados en hacer la «formación tortuga» que tantos éxitos dio en el pasado pero que es un suicidio en los nuevos campos de batalla?.
No he hablado del César, que ese si que llegará cuando Dios quiera. He hablado de Escipiones que enaltezcan a la tropa y la ilusionen de verdad para que luchen con ilusiones renovadas. De momento, los generales que tenemos dan unas arengas que parecen pensadas por el propio Aníbal. Y así no hay manera…
Hombre Trajano los generales que hay ahora también son los que Dios nos manda. También hay generales que viendo la tropa, se desmoralizan y se van a casa, y así los que quedan son los que quedan. No hay más.
El bajón de moral no viene dado por la tropa, sino por los generales que impiden las planificaciones de las campañas y siguen ascendiendo en el escalafón. Es bonito tener entorchados y galones y no arriesgarse a pasar el Rubicón.
Bueno Trajano, no sé yo que en la CTC haya ningún general al que le parezca bonito serlo, de hecho muchos han abandonado el cargo por lo mismo. Y sobre el Rubicón, ya tendrías que decirle a los actuales «generales» cual es el Rubicón que hay que pasar y con quienes cuentan.
De hecho, la CTC acaba de inaugurar una revista semanal vía internet. Habrá que ver qué apoyos tiene, quienes la siguen, quienes la difunden, participan o comentan.Esto ha sido un paso del Rubicón, pues está costando mucho dinero y mucho tiempo de no pocas personas, generales y no tan generales.