Era una crónica anunciada… Desde el mismo momento en que los malos mengues dictaminaron que la final de la Copa del Rey, (¿del Rey?), la disputasen el F.C. Barcelona y el Athletic de Bilbao, el espectáculo separatista estaba servido. Tan es así, que desde el Paseo de la Castellana se negaron en rotundo a que dicho partido se celebrase en el Santiago Bernabéu.
Conste que a mí me traen al pairo los «merengues», los «culés», (¡qué palabra más fea!) y los «leones». Por mi les pueden ir dando a los tres. A uno detrás de otro. El mío es el tetracampeón de la Uefa Europa League, pero reconozco la valentía de Florentino Pérez de no dejar su casa como solar donde las hordas nacionalistas diesen rienda suelta a sus absurdas reivindicaciones.
Los dos equipos más laureados del torneo se enfrentaban en un partido de competición oficial para ganar una copa de la que los dos equipos reniegan. Llámese copa del Generalísimo o copa del Rey, el trofeo de la final representaba a la Copa de España y me pregunto: Si ninguno de los dos equipos se sienten españoles… ¿Qué c… hacen jugando la Copa de España?. O estamos a las duras o estamos a las maduras pero aquí, como siempre, lo que prima es el ancho del embudo. No soy español, pero he ganado la Copa del Rey… de España. ¡Y encima se alegran de haber conseguido una cosa tan «abominable»!. ¡Y encima, ellos que reniegan de hablar en ESPAÑOL, cantan aquello de «Campeooooones, campeoooones, oe, oe,oeee» en lugar de «Campions, campions»… O como se diga…
Esto es de locos. Y ahora, además, el defensa del F.C. Barcelona, GerardO Piqué, (independentista declarado), se extraña de que le piten en León, (Reino coetáneo del de Aragón cuando Barcelona tan sólo era un Condado), y continúa acudiendo a la llamada de un seleccionador nacional de una Patria con la que no se siente identificado.
Esto no tiene solución y va encaminado al «crack». Pero no a un crack tipo Maradona ó Pelé. Me refiero a un crack mucho más importante. O desde las alturas se toman decisiones que impidan de una vez el deleznable y bochornoso espectáculo de la pitada a la Marcha Real o este monstruo independentista creado por la bazofia de políticos que tenemos se van a cargar definitivamente el futuro histórico de nuestra Patria. ¿Sanciones?. ¡Por supuesto!.
Si a este tipo de equipos que se amparan en la masa bruta se les castigase sin jugar cinco años la Copa de España, otro gallo cantaría. Si se le sancionase con merma de puntos en la liga ESPAÑOLA, se guardarían bien de dar un silbidito. ¿Se imaginan al F.C. Barcelona jugando una liga con el Sabadell, el Tarrasa, el San Andrés ó la Llagostera?. ¿Y al Athletic de Bilbao con el Sestao, con el Irún ó con el Baracaldo?. Eso no, ¿verdad, partida de renegados apátridas?. Hasta un tipo desagradable y antipático como el holandés Johann Cruyff ha dicho que al que le pita al Himno Nacional le falta un tornillo. ¡Ole sus huev….!. Y eso lo dice uno en cuyo Himno Nacional se hace referencia al peligro que para Holanda supone la «amenaza española», reminiscencias, sin duda, de las acciones gloriosas de nuestros Tercios en los Países Bajos, cuando nuestra Bandera era la Cruz de Borgoña.
¿Y la sonrisita del tuercebotas Aduriz?. ¿Y la de ArturO Mas al lado del Jefe del Estado?. ¿Y la carita del Jefe del Estado tragando quina sabiéndose convidado de piedra en una cena en la que ni pincha ni corta?. ¿Y la del Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, (vasco por más señas y también defensor, junto a Iríbar -otro que tal baila-, de la casaca nacional en sus tiempos…), que bien podría comprarse un peine?.
No, señores. Ni esos dos equipos deberían haber disputado esa final sabiendo la parafernalia que se tenía preparada, ni las fuerzas de orden público deberían de haberlo permitido, ni el Gobierno se debería haber lavado tan descaradamente las manos en este asunto . ¿O es que había connivencia entre todos ellos?.
Ni lo sé ni me importa. Lo que sí sé es que un Gobierno en condiciones legislaría para castigar duramente la ofensa a los emblemas de la Patria. Unas fuerzas de orden público, con los avances de inteligencia que tenemos hoy en día, tendrían preparados los resortes necesarios para impedir esos escarnios y detener a los promotores. Una Federación Española de Fútbol, que representa a la totalidad de clubes de fútbol del territorio nacional, por respeto al resto de clubes españoles que están federados a ella, debería haber suspendido un espectáculo público donde se sabía de antemano que iba a pasar lo que pasó. Un jugador de fútbol que se ríe cuando se está silbando al Himno de su Patria, (y digo bien, de su Patria, porque aunque su D.N.I. esté escrito en vascuence, no por ello deja de ser español con todas las de la Ley), no debería jugar ni un solo partido en la liga de fútbol española. Un Presidente de una autonomía que alardea de separatista y que se dedica a promocionar estos altercados riéndose, en su propia casa, (porque el campo de fútbol del F.C. Barcelona -me resisto a llamarle «Nou Camp»- es el feudo deportivo perfecto donde se regocijan los separatistas catalanes), debería ser cesado fulminantemente de su cargo por parte del Estado español. Y, lo que es más importante, un Jefe del Estado que en ese momento no se vuelve hacia los que le rodean, les da cortésmente la mano y les esputa en sus propias caras algo así como: «Ahí se quedan Vds., señores, preséntenles mis respetos a sus reverendas madres y denles la copa al que les dé la gana, que yo ya estoy cogiendo el avión para Madrid», no es digno de llamarse Jefe del Estado. Y mucho menos… Rey.
Lo malo es que si esto que, desgraciadamente, no es más que una ficción de mi retrógrada mente, sucediese así, el próximo avión que tomaría sería el de Roma, como ya le pasó antes a otro «Jefe del Estado». Y eso que… como que va a ser que no.
Manuel Nieto de Nevares.