Mucho criticar la Historia española, mucho sacarse de debajo de la manga una pseudo-memoria “histérica”, mucho renegar de los ancestros hispanos, mucho alabar las paranoias morisco-andalusíes de Blas Infante y mucho enarbolar la bandera repúblico-bananera de Mariana Pineda y ahora resulta que surge, nuevamente, como un taponazo de corcho en una alberca hedionda, la imagen de este “soviet andrajoso” de barbas rasputinianas para llenar las páginas de los periódicos de un espíritu romántico-reivindicativo en favor de los parias de la tierra.
El robo por parte de dirigentes del Sindicato Andaluz de Trabajadores, capitaneados por el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, de varios carros de alimentos en un centro Mercadona en Écija y en un Carrefour de Arcos de la Frontera ha enardecido a la vociferante parafernalia revolucionaria hasta el punto de encumbrarlo a los más altos honores del bandolerismo del Siglo XIX.
Sin embargo, Sánchez Gordillo no se parece en nada a aquellos Curros Jiménez de entonces. Empezando porque el Curro Jiménez de la época no cobraba 14 pagas de 3.113,26 euros al año en su condición de diputado autonómico más 200 euros semanales en concepto de dietas. “El Estudiante” no cobraba 52.739 euros anuales como el primer Teniente de Alcalde de Marinaleda. “El Algarrobo” no cobraba 47.000 euros anuales como el segundo Teniente de Alcalde del citado pueblo y “El Gitano” tampoco cobraba 50.024 euros al año como cobra un tal “Vladimir”, Asesor Jurídico ruso del Ayuntamiento de Marinaleda que, al parecer, no sabe ni hablar el castellano. La prima de Curro Jiménez no cobraba 36.259 euros al año por hacer las poleás en la Sierra como cobra la prima de Sánchez Gordillo por ser su Secretaria en el Ayuntamiento, y tampoco “El Fraile” cobraba 38.388 euros anuales como cobra el cuñado de Sánchez Gordillo por ser Jefe de Prensa del Consistorio de Marinaleda.
Curro Jiménez, (el auténtico), se echó al monte por causas justificadas y cambió los modestos reales que cobraba de su barca en Cantillana por los botines que obtenía de sus saqueos a las diligencias. No sabía que si los botines no superaban los 400 euros por robo, la acción no pasaría de “hurto”, no sería considerada como delito y su pillaje sólo sería considerado a ojos de la Justicia como “falta”. Eso sí lo sabe Sánchez Gordillo, que para eso es maestro en excedencia. Excedencia de la que disfruta desde los tiempos de Caín, pero maestro al fin y al cabo, lo que le lleva a entender que es más fácil y provechoso para su causa robar quince veces en quince supermercados por valor de 399 euros en cada uno de ellos que robar una sola vez por valor de 401 euros.
Por eso, el “soviet andrajoso” de trapo palestino en el pescuezo no puede ser considerado como un moderno bandolero del Siglo XXI. Ni puede compararse tampoco a un redivivo “Robin Hood” que convirtiese el bosque de Sherwood en latifundios ocupados, ni los proscritos de Locksley pueden compararse a jornaleros amancebados por el PER, ni los arcos y las flechas pueden compararse al trapo tricolor que enarbolan a diario. Su imagen está más cercana al Sheriff de Nothingham que al propio Robin Hood y ni siquiera Diego Cañamero puede compararse con Little John.
No. Sánchez Gordillo no es Robin Hood y no se parece a Errol Flynn ni en el blanco de los ojos. Tampoco es Curro Jiménez ni se parece a Sancho Gracia ni en los andares. Su imagen está impregnada de un cateterío bolchevista y exaltado tal que si a José María “el Tempranillo” le pusiéramos una hoz y un martillo en las alforjas de su caballo y le oyéramos entonar “La internacional” por los riscos de la Sierra. Todo ello, eso sí, con la cuenta corriente hasta las trancas, que para eso cobró dos sueldos simultáneamente: como diputado y como maestro en excedencia. Así de patética es la imagen del barbudo sujeto aspirante a bandolero.
Y mientras tanto, Cayo Lara, Llamazares, Valderas y Torrijos, (el de las gambas), aplauden el “gesto solidario” del camarada Gordillo como la tripulación del barco aplaudiría las acciones del Pirata Morgan. Lo que no saben es que estos piratas de agua dulce están más cerca de Jack Sparrow que de los bucaneros de antaño. Si unos atracaban los galeones españoles, estos modernos “piratas del Caribe” atracan los supermercados como quien conquista el tesoro del moro. Están haciendo de las ocupaciones de fincas su propia travesía caribeña, se han montado en un carrito de Mercadona como si fuera su propia “Perla Negra”, han enarbolado la bandera negra pirata sustituyendo en ella la calavera y las tibias por la hoz y el martillo, (que para el caso, es lo mismo…) y han transformado a Marinaleda en su propia Isla de la Tortuga donde campa a sus anchas lo más genuino de la piratería comunista.
No, Sr. Sánchez Gordillo. Ni Vd. es Robin Hood, ni Curro Jiménez, ni Sir Francis Drake. Vd. no es más que una burda caricatura del Algarrobo con las barbas de Jack Sparrow y la estrella alcaldable de diputado del parlamento andaluz colgada del trapo palestino que ¿adorna? su mugroso pescuezo. Su acción contra los supermercados no deja de ser una muestra de pillaje al más puro estilo de los rateros roba-chalets y la cuadrilla que lo secunda no es más que una moderna banda de salteadores de caminos amparados por la constitucional inmunidad parlamentaria.
Manuel Nieto de Nevares.