Ahora resulta que para la boda del Príncipe Guillermo de Inglaterra, (el primogénito del orejudo Príncipe de Gales y heredero de la Corona Británica), con la bella señorita Kate Middleton, (me recuerda a aquello de “Don Middletón tenía tres gatos…”), Scotland Yard ha dispuesto a más de cinco mil agentes especiales para velar por la seguridad del casorio.
Independientemente de que a mí, personalmente, me importe algo así como tres pimientos las bodas reales que se celebren en tierras de la “pérfida Albión”, sí me ha llamado la atención el dispositivo de seguridad montado para la ocasión. No por el número de agentes, sino por el motivo “defensivo” para el que se ha montado.
Según aparece hoy en la prensa, la Comisaria Adjunta de Scotland Yard, Srta. Lynne Owens, ha advertido a la población londinense en los siguientes términos: “Si ven a alguien entre la masa que actúa de forma sospechosa, avisen a un agente cuanto antes. Necesitamos que seáis nuestros ojos y nuestros oídos”. Hasta aquí, todo perfecto. La colaboración del pueblo a la hora de evitar sucesos indeseados siempre es de elogiar. Pero tampoco ha sido ese llamamiento lo que me ha llamado la atención.
Lo que más me ha impactado ha sido que, con motivo de esta boda, la Policía británica ha lanzado en los últimos meses una operación en el país para identificar de forma preventiva a miembros de los grupos anti sistema más combativos. Y cuál no sería mi sorpresa que esos grupos más radicales están formados por cuatro subgrupos bien diferenciados y localizados: los disidentes del IRA, los grupos anarquistas, los grupos yihadistas y los desequilibrados mentales; pero, según informa la prensa, “son los locos, curiosamente, quienes más preocupan”. Cinco mil agentes preparados y entrenados especialmente para combatir y prevenir las acciones de grupos terroristas, anarquistas, musulmanes y “locos”.
Extrapolando la situación a España, no puedo menos que mostrar mi admiración por la Policía británica, (creo que es lo único que admiro de los ingleses…), y mi tristeza por la situación en que se encuentra la Policía española.
Una Policía española que antaño se encontraba entre las mejores de Europa y que ahora se ve maniatada por la burocracia del llamado “Estado de Derecho”. Ahogada por la parafernalia que supone tramitar una denuncia. Desesperada viendo cómo las detenciones que realiza se convierten en papel mojado al tener que dejar en libertad a los detenidos casi al momento de su detención. Impotente al ver como el Gobierno y los Jueces dejan libres a los terroristas más sanguinarios de ETA a las primeras de cambio. Atacada y amenazada en aguas españolas por ¡la policía de Gibraltar! al tratar de detener a un barco de narcotraficantes. Traicionada por nuestros gobernantes en un “Caso Faisán” que va camino de llamarse “Caso Avutarda” por la magnitud de la vileza. Amordazada por un Sindicato Unificado de Policía que está convirtiendo a los agentes en meros funcionarios. Abandonada a su suerte ante los delincuentes ante la imposibilidad legal de usar las armas reglamentarias hasta que se produzca un ataque y una agresión manifiesta. Esclavizada por un Ministerio del Interior cuyo titular alardea de conocer hasta la talla de nuestros calzoncillos, pero que mira hacia otro lado a la hora de tomar decisiones drásticas contra los delincuentes.
Y mientras tanto, la ETA reforzándose en sus cuarteles de invierno en una tregua implantada por el propio grupo terrorista. Mientras tanto, los grupos anarquistas ondeando banderas republicanas, (tan anticonstitucionales como las que ellos mismos tildan de anticonstitucionales) en manifestaciones autorizadas por las Delegaciones del Gobierno en todas nuestras regiones. Mientras tanto, nuestra clase política llevándose “el manso”, prevaricando y hartándose de cigalas a costa de nuestro bolsillo. Mientras tanto, los “locos” atacando nuestra libertad religiosa, nuestras iglesias, nuestras imágenes, nuestros sagrarios… si, si, los “locos”, ja, ja, poleá.
Mientras en Inglaterra la Policía combate a los terroristas, a los anarquistas, a los que atentan contra su religión y a los locos, (y los no tan locos que se visten de locos para ahorrarse una condena), España es el paraíso de esos grupos que en otras tierras son combatidos. Bien, Gobierno español. Bien, miembros de la Judicatura. Bien, Estado de Derecho. Bien, clase política. Bien, “Corona” de España. Os estáis luciendo.
Al igual que nos quedamos atrás en la Revolución Industrial, ahora nos estamos volviendo a quedar atrás en la persecución de los males que atentan contra nuestra Patria en aras de la defensa de una democracia que ni es democracia ni es nada. Pues nada, hombre, sigamos así y a los principitos británicos que les vaya bien. Que sean felices y que coman perdices. Aquí, seguiremos igual…. ó peor, que ya es decir.
Manuel Nieto de Nevares
Lo primero decir que a mi esa puerca llamada la pérfida Albión me da escalofríos. Curiosamente los católicos no pueden acceder al trono, pierden sus derechos automáticamente al convertirse, un heredero no puede casarse con un católico o pierde sus derechos al trono y el catolicismo es ante todo una religión más vista. Pero a la vez curiosamente el porcentaje de católico estando en torno al 9% y el de anglicano al 20% y son los católicos quienes más acuden a misa que los propios anglicanos a sus ritos. Sin embargo todo hay que decirlo, de la pérfida Albión han salido grandes tantos católicos como anglicanos tales como Newman, Lewis, Tolkien… Que los Hannover reinen y que tengan a su servicio a una policía impecable no significa que su país siga siendo un territorio que da risa de verlo en el plano moral. Enrique VII e Isabel I fueron inconscientes en su situación.
Al margen de esto y permitidme que me haya ido a estos derroteros. España no va a la vanguardia de este país. Con una policía ineficaz hemos conseguido que una amplia población no posea ninguna religiosidad. Que un 40% de jóvenes se declare agnóstico y ateo. Que el Estado de Derecho, que el bipartidismo reinante asole nuestro panorama político no es más consecuencia de la tradición política reciente del canovismo y de la restauración monárquica a manos de los borbones ilegítimos. Pero en el plano moral el liberalismo, en toda su esencia demoníaca, sigue haciendo estragos de forma rápida, quemando todo vestigio de humanidad en la política, en la economía y en la sociedad, borrando de nuestras almas lo que significa amor, fortaleza y trascendencia. Somos lo mismno que los ingleses, lo que pasa que ellos con tres siglos de protoliberalismo, anglicanismo y capitalismo, han sabido poner soluciones, parches a los problemas prácticos que les acucian. En España han de venir muchos gobiernos para que aprendan a hacer esto. Pero se conseguirá a no se que nos pongamos manos a la obra.
Perdón por las faltas de ortografía por cierto.
A mí esa noticia me inquieta y me demuestra que ni siquiera los «tradicionales» británicos son lo que eran.
Voy a poner un ejemplo algo chusco y bastante procaz de lo que quiero decir, aunque creo que es ilustrativo. En el Madrid de 1816, con conspiraciones liberales por todos lados, Fernando VII se iba de picos pardos por los barrios bajos acompañado sólo del duque de Alagón. El terrible tirano, el odiado déspota, se metía en los garitos menos respetables del Madrid canalla y nadie le tocaba un pelo. Eso era estado de derecho y seguridad. No necesitaba cinco mil polizontes para darse un garbeo.
Otro ejemplo del Deseado: el Rey, al caer la tarde, salía de paseo en coche descubierto y permitía que la gente se le acercara con quejas y memoriales.
Aunque su representante no resultara un dechado de virtudes y fue el artífice de la extinción de la Monarquía tradicional, nuestra vieja Corona de las Españas no necesitaba de cesides ni policías, porque la fe católica y monárquica de un pueblo sano, que aún tardaría bastante en malearse, bastaba para garantizar la seguridad del Rey.
Felipe II, al cruzar la frontera de vuelta de Portugal, se despidió de su escolta militar y les dijo a sus acompañantes algo parecido a que en Castilla no precisaba de ellos, que le bastaban unas mujeres para guardarle. Así de seguro se sentía un Rey legítimo en un país fiel.
Por poner otro ejemplo más caro a todos: Carlos V pasó clandestinamente por España y nadie le denunció jamás. Algo parecido hicieron los highlanders escoceses con Bonnie Prince Charlie tras Culloden.
El Estado liberal (no sólo el fascista o el comunista) es policial por naturaleza. En un orden social cristiano, la policía acabaría siendo pequeña y eficaz. Quién sabe si innecesaria.
Perdón por haber sido tan prolijo.
Un abrazo.
Karraskaintxo creo que dices cosas muy acertadas. De hecho quien introduce la policía en España es Napoleón.
No obstante, lo cortés no quita lo valiente y a pesar de los pesares, en la Gran… Bretaña el sistema judicial funciona mucho mejor que aquí, así como su sistema de «distrito» es mucho más representativo e incluso guarda algo de mandato imperativo en contraposición a nuestro sistema eminentemente oligárquico, amén de cleptómano. Qué decir de las listas abiertas….
Creo que era Rafael Gambra el que distinguía sobre los efectos más en sociedad o más en política de la Revolución en comparación de Francia e Inglaterra e incluso con España; tendría que mirarme más este tema.
El primer testimonio que conozco donde se concibe a la policía como un instrumento despiadado de represión global de la sociedad civil por la casta parlamentaria es de Saint-Just (presentado a la Convención el 15 de abril de 1794). Posiblemente los haya anteriores. Saint Just reprocha a la vieja policía monárquica su debilidad, su torpeza y que sólo actuaba para perseguir a quienes cometían delitos comunes, no a los enemigos del Régimen.
Después de ese discurso, el Terror se centralizó y se hizo más efectivo, supongo que para deliquio de los demócratas robespierristas.
Por supuesto, Saint-Just citaba a Rousseau para todo.
Que el Estado liberal es policial por naturaleza está fuera de toda duda. Que la primera policía en España fuese intoducida por Napoleón es un dato que desconocía, pero que no me extraña en absoluto ya que todos los males actuales de España entraron por los Pirineos. No es extraño, pues, que los «parches» a esos remedios se concibiesen también a la sombra de la Bastilla.
Pero lo que es inconcebible a día de hoy, tal y como están las cosas, es un Estado sin una Policía en condiciones. Si a la Policía se la amordaza y se le cercena el ámbito de actuación que le corresponde, estoy de acuerdo con el articulista en que se convierte en un brazo armado de represión al servicio del gobierno de turno. Y si ese Gobierno de turno, además, la deja siempre a los pies de los caballos, es más probable que cuando llegue el momento de actuar, (partidos de fútbol, concentraciones pacíficas, reivindicaciones de derechos fundamentales, etc…), su poder represivo se haga aún más fuerte ya que pagará su frustación contra el pueblo que le paga los sueldos. Como siempre decimos: hemos creado el monstruo y el medio de combatir a los que se oponen al monstruo. ¿Qué pasará cuando ese medio de combate se dé cuenta de la catadura del monstruo?. ¿Se volverá contra él ó lo dejará campar a sus anchas?. Que Dios nos coja confesados…