Entonando el "mea culpa"

El apóstol San Juan, dirigiéndose al Obispo de Laodicea dice: “Sé de tus obras: que ni eres frío ni caliente: ojalá fueses frío ó caliente. Mas porque eres tibio, que ni eres frío ni caliente, te comenzaré a vomitar de mi boca”. (Apocalipsis, cap.III).

            La malinterpretación que muchos católicos, (Jerarquía y fieles), hemos hecho del Concilio Vaticano II ha poblado a nuestra religión de un auténtico ejército de “católicos tibios” que, como dice San Juan, no somos ni fríos ni calientes, sino todo lo contrario. Cuenta el dicho popular que “El Demonio, cuando está aburrido, mata moscas con el rabo” y en esa tibieza de los católicos ha encontrado un auténtico filón para ejercer su trabajo; pero la verdad es que se lo hemos puesto bastante fácil en este caso.

            Las ideas libertarias de la Revolución Francesa que, paradójicamente, sojuzgan al hombre porque lo hacen esclavo de sí mismo, no habrían llegado a puerto alguno a pesar de la incansable labor de la masonería si el germen del liberalismo no hubiese arraigado en determinados estratos de la sociedad. La labor del maligno no habría pasado de un mero experimento si no se hubiese encontrado con la pasividad del hombre a la hora de defender sus principios tradicionales. Ya el Papa León XIII en la Rerum Novarum decía que “no hay nada que envalentone tanto a los malos, como la cobardía y la pasividad de los buenos”.

            La pasividad de los “católicos tibios”, (sobre todo en la segunda mitad del siglo XX), ha permitido la proliferación de dictaduras derivadas de la sumisión de una sociedad pseudo-anestesiada ante los regímenes totalitarios y la corrupción de los llamados sistemas democráticos consecuencia del conformismo social ante la continuidad de mayorías de signo distinto. Es el eterno discurso del “¿qué le vamos a hacer?” y del “voto al mal menor”. De hecho, numerosos analistas políticos elogian al votante “tibio” asegurando que el conformismo es un factor poderoso de uniformidad social y que, gracias a él, los comportamientos de los gobernados son homogéneos y hay poco espacio para las originalidades individuales. Ello ayuda, por otra parte, a que se considere “aceptable” que los poderes establecidos se extralimiten en múltiples ocasiones.

            Admitidos estos principios, (que objetivamente son inadmisibles), nos encontramos con que lo único que nos queda a los que no encontramos justo el actual sistema político que mangonea a España y al Mundo, es la desobediencia cívica. Parafraseando a la Constitución alemana de 1.968, podría decirse que “Todos tenemos el derecho a resistir contra quien emprenda la destrucción del orden moral cuando no exista otro remedio”. Este principio ya existió en España en las Cortes de Burgos de 1.379, en las de Briviesca de 1.387 y en una Pragmática de Enrique III de 1.397 por medio de la consigna “obedézcase, pero no se cumpla”; según la cual, las disposiciones de gobierno contrarias al Derecho Natural y a los Fueros debían obedecerse, pero no cumplirse. Con esto se demostraba el respeto a la voluntad del Rey pero se suspendía la aplicación de la ley hasta que el monarca resolviese definitivamente. La nueva Recopilación de Leyes Castellanas de 1.567 reconocía igualmente este derecho.

            Estos movimientos de rebeldía, acatando las leyes pero no cumpliéndolas, no suponen un acto de insumisión sino el ejercicio de un derecho de resistencia cívica ante una disposición legal injusta. Esta consigna del “obedézcase pero no se cumpla” inspiró con el tiempo el nacimiento de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano en Francia y, sin ir más lejos, la propia Declaración de Derechos Humanos formulada en 1.948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es evidente, pues, que la actitud desobediente de numerosos colectivos sociales ha conseguido avanzar a la historia en muchas ocasiones.

            ¿Qué nos impide a nosotros, católicos “tibios”, avanzar de nuevo en la Historia rescatando de ella los valores tradicionales de nuestra Patria?. ¿Qué nos impide obedecer “sumisamente” pero no cumplir la sarta de leyes anti natura que el nefasto Gobierno de España está sacando como rosquillas e imponiendo al pueblo contra su propia voluntad?. Entonemos el “mea culpa” de una santa vez y despojémonos de ese lastre de tibieza que está haciendo de España el paraíso de una clase política incompetente, vividora y “ocurrente”. Demos la cara definitivamente, (como en otras muchas ocasiones la ha dado el sufrido pueblo español), en defensa de las virtudes de nuestra Religión y de los valores tradicionales de España. Puede que, si damos ese paso, la clase política quede con el trasero al aire y no encuentre otro recurso que gobernar consecuentemente o retirarse habiendo perdido la batalla. Todo pasa por volver a ser frío ó caliente, pero nunca más “tibio”.

 

Manuel  Nieto de Nevares.

23 comentarios en “Entonando el "mea culpa"

  1. Estoy totalmente de acuerdo con el «se acata pero no se cumple» siempre que se trate de la vieja Monarquía Legítima, en la que cabía hasta la leal desobediencia de los reinos a los contrafueros, porque el Estado y la ley estaban al servicio del Reino , la Costumbre, los Buenos Usos y la Religión .
    Con un régimen como el actual: bastardo, legalista pero ilegítimo de origen y ejercicio, negador de las esencias mismas del Orden Social Cristiano, corruptor de las costumbres e infanticida no basta la desobediencia pasiva. Contra lo existente todo es legítimo, porque es un deber moral derrocarlo como sea. El único problema es la aplicación práctica de este principio. San Eulogio de Córdoba se vio en una situación semejante y actuó como pudo. Don Pelayo y San Fernando lo hicieron de otra manera con poderes y recursos diferentes. Las dos formas son buenas.
    Principales culpables en la tibieza de los católicos frente a la agresión e imperio del laicismo han sido los propios Papas, como León XIII al pactar con la república francesa o Pío XI al mandar aquí al nefasto Tedeschini, por no hablar de Casaroli, Pablo VI, etc. Recordemos que a los papas se les debe acatar sin contestación posible en asuntos de fe, pero no en política, donde son tan poco de fiar como cualquier mortal.
    Frente al Mal no hay componendas: «El Señor le dijo a Samuel: «Me arrepiento de haber hecho a Saúl rey de Israel, porque se ha apartado de Mí y no ha cumplido Mis órdenes» (1 Sam. 22, 11). … «Porque has rechazado la palabra del Señor, Él te rechaza a ti como rey «(1Sam.22, 23).
    El rechazo a todo lo que se ha instituido en este país desde octubre 1833 debe ser radical. Somos los enemigos inconciliables del mundo moderno y de sus repugnantes criaturas: el estado-dios, la maquinización del hombre, el capitalismo…
    Tenemos dos misiones: 1-Transmitir (tradere, traditio) nuestro legado a generaciones futuras. 2-Resistir por todos los medios contra esto.
    Las dos requieren beligerancia.

  2. karraskaintxo discrepo contigo en varias cosas. Los papas del s.XIX y XX han sido los que Dios envió, por acción de la providencia, para la nueva cristianización de nuestro tiempo. Sin embargo no es tan fácil ser papa. Un Papado es el primado y la responsabilidad de la integridad moral y física de la comunidad cristiana universal y tiene que sopesar muchas cuestiones, muchas circunstancias, sobre todo en un contexto como fueron las tres revoluciones ilustradas y nacionalistas del s.XIX, la Europa totalitaria, el contexto de opresión y control de la guerra fría… Es muy fácil juzgar a un Santo Padre, muy difícil permanecer fiel y proteger a los cristianos… Se hizo lo mejor que se pudo.
    Y otra cosa con la que estoy en desacuerdo contigo es lo siguiente: es cierto que hemos de rechazar el mal moderno que se integró, no ya desde 1833, sino a partir de 1713 con las Leyes Sálicas, y con los Decretos de Nueva Planta «gracias» a Felipe V. Pero nuestras aspiraciones no es resistir, sino conquistar. Porque ya hemos perdido a España y nos toca recuperarla. No podemos llamar ya a nuestros postulados tradiciones y argumentar que son historia gloriosa, sino defender que son valores que proveen un futuro prometedor. El carlismo ha perdido la batalla del pasado, la batalla de las tradiciones, ahora esta llamado a la reconquista de los valores cristianos, de realidades concretas y patrióticas en el campo del futuro. El carlismo vencerá en la medida en que permanezca y sepa redireccionar la lucha a los campos adecuados.
    Un Abrazo en Cristo Rey

  3. Estimado Neófito:
    No comprendo como se puede llamar recristianización, por ejemplo, a la apostasía masiva y al abandono de la Fe que tuvo lugar durante los papados de Roncalli y Montini y que aún colea. Cuando murió Pío XII, iglesias y seminarios estaban llenos y la Compañía de Jesús era cristiana. ¿Podemos hoy decir lo mismo?
    Los Papas son un misterio de la Providencia y, sin duda, obedecen a un plan divino que escapa a los alcances de la razón humana. Pero al igual que ningún católico considera «gloriosos» los papados de Aviñón o los de Alejandro VI y Julio II, ni Pablo VI ni su antecesor merecerán el elogio de los historiadores de la Iglesia. Hablo, evidentemente, en el plano temporal, que tan duramente afectó al carlismo (no lo olvidemos, los años sesenta no están tan lejos). En lo puramente espiritual no soy quien para hablar, doctores tiene la Iglesia.
    Hay otros modelos gloriosos contemporáneos: Pío VI, Gregorio XVI, Pío IX, Pío XII, Juan Pablo II (al que sólo cabe discutir el dudoso gusto de su nombre papal) y nuestro actual papa restaurador. Ellos combatieron de frente al mal y no dudaron en ser impopulares y sufrir hasta prisiones y ofensas por parte de sus enemigos.
    Si estoy plenamente de acuerdo contigo en que hay que restaurar las Españas. Pero eso sólo puede surgir, en primer lugar, de una profunda y milagrosa reforma espiritual de nuestro pueblo. Luego, de la negación y supresión del régimen actual y de la forma de vida hoy en vigor. En ese aspecto de negación de lo hoy imperante somos, paradójicamente, «revolucionarios» (quién nos lo iba a decir, con nuestros años…).
    No hemos perdido la batalla del pasado. Eso sólo es aparente. Prefiero las derrotas de Carlos V y Don Javier a las «victorias» (?) de Isabel y del Generalísimo. Nuestros reyes y soldados cumplieron con su deber de cristianos y españoles. Eso es triunfar con una corona más alta que la de sus vencedores. Como Felipe II, más vale perder un reino que perder el alma. La Justicia de la Causa durará mientras duren las Españas, porque el Carlismo es el alma de estos reinos encarnada en una comunidad de lucha.
    Un fuerte abrazo en Cristo Rey.

  4. Me ha gustado mucho eso del «obedézcase pero no se cumpla». No lo había oído nunca y me parece a mí que lo voy a poner en práctica a partir de ahora en muchos órdenes de la vida.
    Estoy de acuerdo con los dos intervinientes anteriores en bastantes aspectos. Estoy de acuerdo con que el mundo moderno es enemigo irreconciliable de nosotros, pero y no al revés. Es decir: Nosotros estábamos antes que el mundo moderno y es éste quien se ha opuesto a nosotros. La Tradición no es estática y podemos adaptarnos en muchas ocasiones al mundo moderno, dentro de un orden y siempre y cuando ese mundo moderno no niegue a la propia Tradición, que es lo que está pasando ahora. La Tradición no se opone al avance. Es el avance quien se está oponiendo a la Tradición. Creo que es un matiz importante.
    En lo que respecta a los Papas a los que hacéis referencia no me voy a posicionar, pero sí os dejo una reflexión en el aire: Dios escribe derecho con renglones torcidos. ¿Quien nos dice que esa posible «relajación en las formas» no es una prueba del mismo Dios para despertar a los fieles seglares?. ¿Puede ser que con ello se hayan despertado conciencias en los laicos que quizás estuviesen adormecidas?. Creo que de la postura de los dos últimos Papas nadie puede quejarse y vamos por buen camino…
    En lo que respecta a la Reconquista de España a la que hace referencia Neófito, estoy absolutamente de acuerdo. Recordemos que tras la cristianización de la península, los musulmanes habitaron ocho siglos en nuestras tierras. Después de ese tiempo, el catolicismo volvió a imperar en España hasta hace bien poco. Debemos desempolvar la Cruz y la Espada nuevamente sabiendo el marco social, político e histórico que nos contempla. Puede que lo consigamos dentro de otros 500 años, pero si no empezamos ya la reconquista, nada se logrará. Y mientras que haya Carlistas comprometidos, el rescoldo siempre puede avivar la llama. La cuestión radica en no desfallecer NUNCA.
    Una última cosa, Karraskaintxo: Tengo especial interés, (porque lo desconozco), en saber qué hizo San Eulogio de Córdoba, (los casos de Don Pelayo y San Fernando los conozco), para combatir el mal de aquella época. Puede que, si nos lo detallas, podamos seguir su senda de alguna forma. Muchas gracias y un abrazo fuerte en Cristo Rey.

  5. La vida de San Eulogio está recogida en la biografía que de él trazó Paulo Álvaro, su amigo, en el siglo IX. El propio Eulogio escribió el Memorialis Sanctorum para narrar el movimiento de los mártires en la Córdoba del emir Muhammad.
    En pocas palabras: Eulogio vivió en una época en la que los cristianos (mozárabes) apostataban tanto religiosa como culturalmente y buscaban la integración en la sociedad omeya, muy brillante y atractiva para cualquiera dispuesto a «hacer carrera».
    Eulogio y un pequeño grupo de fieles decidieron contrarrestar esa tendencia mediante discusiones con los musulmanes en las que llegaban a un extremo tabú en cualquier discusión teológica con el Islam: calificar a Mahoma de falso profeta, lo que lleva consigo la muerte, ya que se niega el fundamento básico del Islam (cosa, por cierto, no muy difícil, basta con leer las demoledoras críticas del Corán de Ibn Warraq). De ahí se pasó directamente al insulto contra el profeta y las ejecuciones de cristianos se sucedieron.
    Aquello fue un revulsivo para los mozárabes, que comprendieron con el testimonio de los mártires que no podían vivir como ciudadanos de segunda en un país infiel, porque eso, con el tiempo, acabaría con el cristianismo. También les mostró que para vivir en una sociedad cristiana hay que tener un estado cristiano, lo que hizo que buena parte de ellos emigrara a Asturias y León en el siglo X. La Unidad Católica no es un invento caprichoso, es una necesidad para la integridad de la Fe.
    Por supuesto, la jerarquía eclesiástica y los magnates mozárabes se pusieron en contra. Pero los mozárabes cordobeses preservaron su fe y su identidad y acabaron marchando al norte. Los que se quedaron en un estado musulmán acabaron apostatando.
    Eulogio fue el último en aceptar el martirio.

  6. En resumidas cuentas, entiendo que nuestra posición ha de ser, (de momento), bilateral: Por una parte obviar y despreciar las leyes que se dictan contra el Derecho Público Cristiano, (Derecho Natural y Magisterio de la Iglesia Católica), sabiendo que existen pero no cumpliendolas y por otra parte, hacer, digamos, «apología pública de su incumplimiento».
    Sólo una apostilla a lo anterior: Creo que esta actitud la tenemos que hacer de forma clara y sin complejos en la sociedad haciendonos ver sin miedo al qué dirán. Pero para eso hace falta un alto grado de formación cristiana, católica y carlista.
    El problema es que, cada vez más, carecemos de esa formación y de quien nos la imparta. Creo que además de desempolvar la Cruz y la Espada, tenemos que desempolvar el Catecismo y los libros de Historia. Ese debe ser el germen previo para empezar a actuar. Una vez formados, el valor nos lo dará el Espíritu Santo.

  7. Completamente de acuerdo, Trajano.
    Unas apostillas:
    1-Dar testimonio es dificilísimo. Hay que perder muchos miedos y arrostrar el ridículo, el silencio y (lo que es peor) las decepciones… Los democristianos y demás gentuza.
    «Mártir» es el que da testimonio, el que garantiza con su sangre la firmeza de su fe.
    2- Toda Santa Causa necesita un Abanderado.
    3- Ahora hay acoso. En breves años, persecución. En España el laicismo no puede sobrevivir sin atacar a la Iglesia. Y viceversa, los católicos españoles no podemos respirar el aire mefítico del Estado-dios, que es lo que en el fondo es el estado laico. Un sano Catolicismo es incompatible con esta atmósfera cargada de azufre.
    4- Todos necesitamos una profunda renovación espiritual. Bendita sea la persecución si nos la proporciona.

  8. No estoy de acuerdo en lo de hacer apología de su incumplimiento. Las leyes han de cumplirse siempre, siempre que no vayan en directa oposición con los mandatos de Jesucristo. Una ley como la prohibición de fumar en todo lugar menos en un espacio de 20 m2, es una ley que debe cumplirse aunque suponga un precedente de liberticidio, porque de nuestro cumplimiento de las leyes opinables, cuando se está integrado en la sociedad, que no absorbido, supone la aceptación de sus reglas, siempre que no vayan en contra absolutamente contra las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo, se puede hacer una sociedad cristiana pero no tradicionalistas. ¿Cual es el deber del buen cristiano? Cumplir las leyes. ¿Aspiramos los carlistas a cambiar dicha sociedad? Por supuesto, pero no mediante el incumplimiento de las leyes, porque las manifestación de la justicia admite gradación. Las sociedades no son malas o buenas, sino mejores o peores. Las utopías
    Solo esta justificado el incumplimiento de las leyes cuando las doctrinas legales del Estado suponen una afrenta contra las enseñanzas de nuestro Rey Cristo Jesús. Entonces podemos ejercer nuestro derecho a rebelión. La conquista política mediante la guerra solo es justificada cuando una sociedad se ha convertido sustancialmente injusta en su concepción teórica.
    Hay que recordar que antes somos católicos, y después carlistas. La guerra contra el sistema liberal ha de ser pacífica, conquistando su sitema democrático. Solo en una situación insosteniblemente laicista, que no admita transformación, pueden usarse las armas. Es tirar por la borda nuestro principios intentar mediante la rebelión lo que puede convertirse mediante la paz.
    Un Abrazo en Cristo Rey.

  9. Por cierto, alguien podría decirme como fue el congreso nacional en el Cerro de los Ángeles. He visto algunas fotos y me ilusionado ver tantas boinas rojas… ¡cuanto me hubiera gustado ir!

  10. Un poder ilegítimo y anticristiano debe ser acatado de forma puramente transitoria, por imperativo legal y por motivos de fuerza mayor. En cuanto esos motivos desaparezcan, hay que ir a la rebelión y a la desobediencia contra los infieles, pacífica o no.
    El mundo moderno ha llegado a tal extremo de degeneración que su sociedad no puede ser reformada, sino destruida y arrasada hasta los cimientos.Operar dentro de ella es una ilusión: la serpiente siempre producirá veneno, aunque mude de piel. A la bicha hay que matarla.
    Hay que situarse fuera, a la intemperie. Además, no nos engañemos: esta sociedad jamás nos dará ninguna opción. Más bien todo lo contrario. A nuestra generación le corresponde dar testimonio de la verdad. A otra le tocará imponerla.

  11. Olvidas el testimonio de los primeros cristianos que destruyeron una sociedad tan corrompida como la nuestra por el paganismo y la falta de generosidad, a fuerza de amor cristiano y paz interior. Hubo martirio, pero recuerda la famosa frase de Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”

  12. Y cumplieron las leyes, menos aquella por la que los catban rápido. No daban culto al Emperador. A ese tipo de leyes inadmisibles me refiero.

  13. Sin la victoria de Constantino en el Puente Milvio (recordemos: «Hoc Signo Vinces»), sin el edicto de Tesalónica de Teodosio y sin la muerte de los perseguidores no habría Cristiandad. No es un desdoro apoyar el triunfo de la Cruz sobre la hoja de las espadas.
    Los reyes de Asturias tenían como emblema la cruz y como divisa: «Hoc signo tuetur pius, hoc signo vincitur inimicus» Y a fe que lo aplicaron. Y San Fernando. Y San Luis.

  14. Cuanto más valor tiene la entrega en un mundo donde la rebelión era imposible y la única manera de conquistar era encomendarse a Dios Todopoderoso para que facilitara la vocación cristiana de los gentiles. No solo no desprecio la gloriosa entrega de Constantino, la reconquista, las cruzadas, la rebelión carlista.. sino que de hecho las admiró como muestra genuina de valentía. Pero en la época en la que estamos inmersos, donde el mundo ha rechazado a Dios, ha creado muros paganos ante la desfachatez de sus posturas, y la consolidación del amor a la cristiandad gloriosa como amor minoritario incluso dentro de la propia Iglesia, es necesario no plantearse grandes luchas sino cumplir aquellas leyes opinables y conquistar a los hombres con el amor de Cristo Jesús en el día a día, que es donde se libran al final los momentos decisivos de la historia. La conquista política se tornará imposible sino es por la fuerza, pero la conquista moral, que lo purifica todo, puede hacerse mediante la paz, y la si puede hacerse sin espadas, ¡cuanto mejor olvidar la fuerza y esmerarse en la coherencia de nuestros ideales!

  15. Neófito: La prohibición de fumar no va en contra del Derecho Público Cristiano… Ni la ley que prohibirá a los niños comer bollycaos en los colegios… Ni la que regulará los juegos infantiles en los patios de recreo…
    Estamos hablando de otra cosa. Estamos hablando del adoctrinamiento de la infancia, del exterminio de los niños por nacer, del asesinato de los enfermos y los viejos cuando no son «rentables para el Estado», de la destrucción de la familia, de los matrimonios de homosexuales, de la retirada de crucifijos en las aulas y de tantas y tantas aberraciones legislativas que está sacando el Gobierno como churros. Por otra parte, y nunca mejor dicho, son eso: churros legislativos que sirven de cortina de humo para «tapar» la realidad social y económica de España.
    Pero vuelvo a lo que comentabas: En lo que respecta a no fumar en bares y restaurantes, yo seguiré fumando donde me dé la gana y si me lo prohiben en esos establecimientos, que les vayan dando a esos establecimientos. Me tomaré la cerveza en mi casa fumandome un puro y en paz. Mis hijos llevarán de merienda al cole lo que a mi me dé la gana y a ver quien es el guapo que le quita el bollycao. Y si alguien en el patio les dice que tiene que jugar a la comba en vez de al fútbol, no dejaré de decirles que eso son juegos de niñas.
    Ya está bien de intervencionismo y de paparruchas. Sobre lo que no nos afecte en nuestros convencimientos morales, religiosos y cívicos podrán legislar lo que les de la gana a esta gente, (es como legislar el orden de visitantes a la luna en naves espaciales en el año 2.025), pero en lo que afecte a nuestros convencimientos íntimos, abogo por el incumplimiento y, como he dicho, en la apología de su incumplimiento. Y si me callara y lo acatara todo, seriía una «carcamonía» de católico y de carlista.
    Y si hay que salir a la calle las veces que sea, individualmente ó en manifestación, para decir lo que creemos, se sale y punto. ¡Ya está bien de poner el pescuezo!.
    He dicho (con perdón).
    Postdata: Los carlistas somos Providencialistas, pero si nosotros mismos no nos ayudamos, no podemos esperar que la ayuda nos caiga del Cielo sólo con la oración. «Ayúdate y Yo te ayudaré». A Dios rogando y con el mazo dando.

  16. Muy adecuada esta cita de Sócrates en el Critón: «No es cierto -dirían las leyes- que violas los pactos y los acuerdos con nosotras, sin que los hayas convenido bajo coacción o engaño y sin estar obligado a tomar una decisión en poco tiempo, sino durante setenta años , en los que te fue posible ir a otra parte, si no te agradábamos o te parecía que los acuerdos no eran justos. Pero tú no has preferido a Lacedemonia ni a Creta, cuyas leyes afirmas continuamente que son buenas, ni a ninguna otra ciudad griega ni bárbara; al contrario, te has ausentado de Atenas menos que los cojos, los ciegos y otros lisiados. Hasta tal punto a ti más especialmente que a los demás atenienses, te agradaba la ciudad y evidentemente nosotras, las leyes.»
    Lo que quiero decir es que si vivimos en una sociedad hostil a nuestra fe y nuestro ideario, con leyes laicas, que no van en contra de lo enseñado «»»absolutamente»»» por Jesús… no es necesario seguir viviendo en ella, pero si así lo haces, eres tu el que te sometes a unas reglas de juego hostiles. Por ello, el que en el campo de batalla pretende regir sus normas por encima del criterio de los demás, aunque el propio sea el mejor, esta cometiendo un grave atropello. El cristiano y por extensión el carlista ya no es un guerrero de grandes batallas, sino un importante general de pequeñas pero legendarias pruebas cotidianas, en donde hay leyes injustas, leyes anticristianas, leyes liberticidas… Solo la paz puede destruir el cumulo de demoníacas normas. La guerra, al ser un sector minoritario contra otro mayoritario, ensalza la injusticia, la legalidad ilegítima, la república humana del ateísmo.

  17. Según las teorías de Neófito, los ciudadanos de Cuba hacen mal protestando contra el régimen de Castro y los rumanos jamás debieron sublevarse contra Ceausescu. Por esa misma regla de tres, la sublevación contra la República (y contra Isabel o Amadeo) fue un crimen; los carlistas deberíamos dejar que quemaran las iglesias y matasen a los curas. Y no sólo eso, dejarnos asesinar tranquilamente para convencer con nuestro ejemplo a los asesinos del Frente Popular. Y si no, teníamos el Portugal de Salazar para exiliarnos.
    Repito: un régimen ilegítimo de origen y ejercicio no obliga a nada. La obediencia será siempre condicionada, por imperativo legal y por fuerza mayor. Más aún, nuestros actuales gobernantes son infieles, blasfemos y sacrílegos que profanan un trono y un país católico. Aunque estemos tristemente acostumbrados a ello tras casi dos siglos, los regímenes políticos que se han sucedido de manera inacabable e insoportable desde 1833 perpetraron un delito continuado de lesa majestad. Y eso, en el viejo derecho vigente en 1833 tenía un castigo.

  18. Para que mentir karraskaintxo, me has pillado. Tu comentario me ha dado que pensar. 1833, gloriosa I Rebelión Carlista contra los liberales. Escena gloriosa pero violenta, además de perdida.
    Suscribo tu teoría de «un régimen ilegítimo de origen y ejercicio no obliga a nada. La obediencia será siempre condicionada, por imperativo legal y por fuerza mayor.»
    De todas maneras, me gustaría matizar una cosa en la que sí que no estoy de acuerdo. Toda teoría política es opinable siempre que siga los mandatos de la ley natural. Mi postura de cumplimiento de las leyes solo podría ser válida si el régimen respetara la ley natural, pero en caso contrario el católico y por ende, el carlista, si tiene derecho a rebelión.
    Solo hay un Rey que es Jesús Resucitado, y todo mandato que comulgue con su ley divina es legítimo. Tradicionalismo, lo mejor sin ninguna duda, pero a partir de lo permisible. Cuando un mandato es respetuoso con la moral natural, el derecho a rebelión es ilegítimo. Y la ley natural se sustenta en los 10 mandamientos. Mientras un gobierno no transgreda flagrantemente estos 10 principios nadie tiene derecho a rebelarse.
    En el caso del régimen isabelino, el gobierno progresista codiciaba los bienes ajenos, en el caso de la desamortización, además de que toda la trama liberal transgredió las normas, aquellas mal impuestas en 1713 por Fernando VII… lo que nos rebela la importancia de las leyes. Por eso, con las matizaciones que he hecho, vuelvo a defender mi postura, junto a la tuya, karraskaintxo, que es mi punto de partida: Primero la Ley Natural, después la Ley Civil, Después los intereses personales opinables y relativos.

  19. Creo de hecho que el Carlismo lo ha comprendido muy bien. Los decretos de nueva planta y las leyes fundamentales del Reino eran enemigas del tradicionalismo, pero cumplían la ley natural, lo que obliga a su cumplimiento. Recordemos que el Carlismo es Dios, Patria, Fueros, Rey. El calibrador de ilegitimidad de un gobierno es en primer lugar si respeta a Dios, en segundo lugar si sirve a la patria, su promociona el fuero, y si obedece al rey. Pero Dios ante todo. Toda sociedad respetuosa con Dios, que no servidora el minimamente legítima. Deja de serlo, cuando incumple los derechos y deberes de las personas reflejadas en el decálogo, máxima declaración de las leyes fundamentales del orden moral de la humanidad.

  20. De acuerdo Neófito. Casi escribimos un libro para aclarar conceptos pero estoy de acuerdo con las conclusiones finales.
    Por cierto, tenemos todos (y yo elprimero) la tendencia a hablar de «rebelión» carlista cuando, en realidad, los que se rebelaron fueron los usurpadores del Trono. Rebeldes y sediciosos contra las leyes del Reino y la Ley Natural.
    Un abrazo en Cristo Rey.

  21. ¡De acuerdísimo! Liberales instigadores de la codicia, la sedición, la miseria. Carlos V no se levantó, defendió el legado de las Españas.
    Un Abrazo en Cristo Rey

  22. La cuestión, estimado neófito, es que no «vivimos en una sociedad hostil», sino que fuerzas hostiles a Cristo son las que han invertido (llevan invirtiéndolo ya hace mucho) el orden social.
    No es que yo me vaya mañana a vivir a casa del vecino y tenga que aceptar sus reglas, es que el vecino viene y por la fuerza me impone las reglas de su casa en la mía propia. Pues lo echo a patadas. Y esa es la realidad, que en nuestra casa, bajo el signo de la Cruz durante siglos, están imponiendo reglas que le son ajenas. Ante eso sólo cabe rebelarse. Y rebelarse con toda la fuerza posible.
    «Democráticamente», esto que se propone aquí es una quimera, porque luchar «democráticamente» significa cederlo todo, doctrina incluida. Y no creo que a estas alturas tengamos que explicar la perversión que supone la democracia liberal.
    Otra cosa es que los obispos la acepten, pero eso irá en sus conciencias, y desde luego a mí no me obliga EN NADA.
    Saludos en Cristo Rey

  23. Visto lo visto y dadas las circunstancias en que nos encontramos, creo que estamos todos de acuerdo. Así que adelante. Por algo se empieza.

Los comentarios están cerrados.