Modas liberales (III)

Una de las modas liberales por antonomasia es meter la pata hasta el corvejón en las Independencias Americanas. No en vano recordemos que fue Riego, un caudillo liberal el que traicionó al ejército español impidiendo el refresco de tropas para Ultramar, y ellos bien que lo celebran, como celebran y premian cualquier traición.

Para los liberales, las Independencias Americanas fueron como una lucha contra una “tiranía medieval inquisitorial” continuando la falsa “libertad de Cádiz”. Con respecto a la Inquisición, de la que tanto mienten los susodichos, hemos de recordarle, como dice Pablo Victoria, que en tres siglos de presencia española en América aparecen condenadas ciento veintidós personas, mientras que la inquisición protestante alemana finiquitó a más de diez mil en una década. Y luego, ¿recordamos los muertos de la Vandea en pocos años, y de ahí en adelante hasta las guerritas preventivas actuales, en nombre del liberalismo, cuántos muertos van? Tanto que hablan pestes de una Edad Media que ni conocen, cuando el siglo más negro fue el XX, y el XXI buena pinta lleva. ¡Otra vez con la memoria histórica!

Por tanto, no vamos a entrar en detalle que los liberales hayan relamido una versión farsante y simplona sobre las complejísimas Guerras Civiles Hispanoamericanas y sobre los jefes “patriotas” que tan distintos fueron entre sí, y que de todo hubo en ambos bandos. Pero sí le recordamos a la ignorancia premeditada que si algo provocó rechazo en nuestra América fue la Revolución del Trienio Liberal, donde muchísimos americanos que luchaban por las banderas del rey de las Españas acabaron defraudados y hartos. América nunca aceptó ser una provincia del cacique sabihondo de turno, América nunca aceptó constituciones de oligarquías minoritarias acompañadas de chillones a sueldo. Ni el pueblo español tragó con traicionar la noble causa antinapoleónica en pro de confusos papelotes. Nos desangraron entre unos y otros, siempre con el liberalismo por montera, para que a los años sigan empeñados en sus muy viejos errores barnizados en pedantescas palabrerías.

 

Marquês de Almedina

9 comentarios en “Modas liberales (III)

  1. El liberalismo es el hijo pequeño e «inocente» de la Masonería. La invasión napoleónica en España anegó de ideas revolucionarias el territorio patrio estableciendo una red masónica a lo largo y ancho de nuestra geografía. El monstruo masónico engendró la «dulzura» liberal endemoniando el alma de los incautos españoles que adoptaron las ideas libertarias en aras de una malinterpretada y falsa defensa contra el invasor napoleónico. El afrancesamiento de nuestros intelectuales parió una Constitución pútrida y la incultura de gran parte del pueblo la acogió como agua de mayo creyendo que la finalidad de esa Constitución «libertaria» liberaría igualmente a España de la amenaza francesa. Para que nos entendamos: la Masonería consiguió pacíficamente lo que la invasión napoleónica preparó previamente con las armas. La invasión no fué sino un preparativo de lo que se nos vino encima después. Hay que reconocer que lo hicieron bien los muy canallas…
    Estas tendencias pasaron a tierras americanas donde los militares que se levantaron en armas contra la Madre Patria eran criollos que habían recibido su formación militar en ella y que, peones de la maldita Masonería, consiguieron desmembrar el Imperio que había conseguido formar la Monarquía Tradicional Católica a la sombra de la Cruz.
    Con el paso de los años, en Sevilla sin ir más lejos, le levantan monumentos a esos masones independentistas (Bolívar y San Martín) que destrozaron nuestro Imperio. La nueva España del liberalismo, la democracia mal entendida y la ignorancia de la propia Historia es así. Y así nos va…

  2. Yo no creo que tenga mucho que ver el liberalismo con la independencia de América; es verdad que Riego era liberal, pero también era liberal Espartero y militó en el bando contrario al de los independentistas.
    Lo de América fue más que nada una traición, con todas las letras, que los criollos le hicieron a España, en sus peores momentos; durante la Guerra de la Independencia, cuando en vez de ayudar a librar a España del francés, aprovecharon para inaugurar sus intentonas separatistas.
    Y esto lo hicieron, porque los criollos desde los principios del descubrimiento querían abusar más y peor de los indios, cosa que no le permitían las leyes ni los funcionarios llegados de España. Para conseguirlo,, se independizaron y empezó la explotación sin trabas de los indígenas.
    Y esto independientemente de su ideología, pues no fueron pocos los realistas que se apuntaron al bando separatista. Fue una cuestión de egoísmo. Simple y llanamente.

  3. Hola, me presento porque soy nuevo en este blog, que me parece puede ser interesante. No soy carlista, pero siempre he admirado la épica que conlleva este movimiento.
    El domingo, en un programa de TV, vi un programa sobre carlismo, mas bien sobre requetés y me gustó una barbaridad, a excepción de un epílogo bastante derrotista de uno de los intervinientes.
    Como no soy carlista hay muchas cosas que desconozco o conozco mal. De momento, me gustaría hacer una prgunta: ¿De verdad esperáis todavia que «entre el Rey de España en la Corte de Madrid? y si es así, en que os fundamentáis, y ¿como pensáis conseguirlo?
    Gracias.
    Muchas gracias de antemano. Espero frecuentar este blog de vez en cuando.

  4. Estimado Buscador: Antes de nada, darte la bienvenida a este foro y decirte que coincido contigo en que, si bien el programa de Alfonso Arteseros estuvo fantástico, (es la primera vez en muchísimo tiempo que se le dedican dos horas de televisión al carlismo), el epílogo fué desastroso por parte de uno de los participantes. Quedémonos con lo bueno y olvidemos la derrotista intervención.
    En lo que refiere a tu pregunta te diré que es complicada de contestar porque hace falta mucha doctrina carlista previa para llegar a la respuesta que solicitas. A groso modo y resumiendo te diré que aunque los carlistas no tenemos Rey actualmente, la figura del Rey legítimo conlleva una serie de virtudes y valores tradicionales católicos y políticos que es lo que los carlistas defendemos. La esperanza de que esos valores vuelvan a estar presentes en el Gobierno de España, (como lo estuvieron desde la antigüedad hasta la llegada del liberalismo), es inquebrantable y si es coronada por un Rey verdadero que asuma esa doctrina tradicional española, mejor que mejor. El hecho de que la figura física de un Rey legítimo no exista en la actualidad no va a impedir que los carlistas luchemos en todos los frentes por conseguir la restauración de la Monarquía Tradicional Católica en España.
    ¿Que es una tarea difícil?. Evidentemente. ¿Que puede que esta generación no vea cumplidas sus esperanzas?. Es posible. Lo que es un hecho cierto es que ese momento llegará porque el sistema político actual está podrido desde su cuna, y hasta entonces, los únicos depositarios de esa doctrina somos los carlistas. La unica forma de conseguir nuestro objetivo es conservar, afianzar, mejorar y difundir esos valores en nuestros hijos, nuestras familias y nuestros amigos. Profundizar en el conocimiento verdadero de la Historia. Formarse adecuadamente en la doctrina, (que no ideología), política del Carlismo y dar buen ejemplo de ello en la sociedad que nos ha tocado vivir sin temor a que nos tachen de reaccionarios.
    Dado tu interés, te animo a la lectura de Melchor Ferrer, de Pradera, de Vázquez de Mella y de tantos otros; pero sobre todo, de la Historia real de España y no de la que se nos hace llegar de forma adulterada desde todos los medios oficiales
    Lo dicho: Bienvenido, ánimo y gracias por participar en este foro. Esperamos que tu participación sea bien frecuente.

  5. Sea bienvenido Buscador.
    Espartero: Tanto vd. como su caballo están regular de lectura comprensiva. Acá lo que se está criticando es la versión liberal sobre las Guerras Civiles Hispanoamericanas más que la participación directa del liberalismo, la cual tampoco es de menospreciar.
    En efecto, Espartero, Morillo o Maroto, o Rodil, etc., fueron realistas en América para en la península mostrar su saña primero contra los batallones de voluntarios realistas y luego contra el carlismo. El mismo Salvador de Madariaga, nada sospechoso de tradicionalismo, habla de las traiciones de Ayacucho. Otros como Narciso López, criollo venezolano, fue «realista» en América para luego inventar una bandera separatista para Cuba pensando en el anexionismo gringo y después combatir en la península a los carlistas.
    Realmente los Reinos de Indias se empiezan a desmoronar en el XVIII con nefastas políticas, acaso culminadas en la expulsión de los jesuitas. Muchos aluden a una «leyenda rosa» de la Casa de Austria, pero si analizamos los gobiernos de Olivares, o luego la actuación de los Austrias en el XVIII, veremos que no es distinta ni de los Borbones ni de Pombal ni de Pedro el Grande y compañía.
    Lo que yo siempre me he preguntado, no obstante, es por qué acá no se ha hecho ni un triste recuerdo a los «realistas», si para más inri, la mayoría fueron liberales. Yo lo achaco a que o Roma no paga traidores o que en verdad no se soportan ni entre ellos mismos.
    Más me interesa eso sí, un estudio pormenorizado de los muchos realistas hispanoamericanos, tan injustamente olvidados, y que vieron tan frustradas sus esperanzas con las imposiciones del Trienio Liberal, un hecho cuasi determinante para entender la derrota. Personajes como el pastuso Agualongo, el chileno Benavides, hechos como la isla de Chiloé, acá ni un triste recuerdo.
    Poco después de esto, los liberales convertirían a la península en un protectorado británico y también a la sombra de Orleáns. Los mismos que luchaban aquí contra Carlos V de España y Miguel I de Portugal serán los que en nuestra América hagan la vida imposible a aquellos caudillos que, con mejores o peores maneras, quisieron gobiernos «de orden». Además están los mismos agentes para España y Portugal: Los Rotschild y los Mendizábal.
    La separación de América terminó de culminarse con un proceso revolucionario a varias bandas, con una ruptura empezada desde España (la crisis de la hispanidad se inició en España, no en vano escribió Maeztu) y no siendo un conflicto de invasores contra invadidos ni de americanos contra peninsulares; como sí que nos lo ha querido presentar el oficialismo pseudohistoriográfico liberal. En estas tristes guerras no hay blancos ni negros y sí muchos grises. En el Río de la Plata mismamente del bando «patriota» nos encontramos a un tradicional Saavedra y a un jacobino Moreno, y en el «realista», a un Liniers legitimista y a un Álzaga liberal, calificado incluso de «republicano». Luego está el caso de Yturbide, un realista leal que tuvo la santa paciencia de durante más de un año pedir un príncipe español para reimplantar el orden, y encima fue acusado injustamente.
    A los liberales no les interesaba América, les estorbaba para sus intereses inmediatos, que era culminar la revolución iniciada aquí a toda costa. En su estilo maquiavélico, aprovecharon la invasión napoleónica y viendo que el pueblo rechazaba su tiranía, estiraron bien sus días hasta llevarnos a la miseria más absoluta, acallando toda verdad y queriendo borrar nuestros lazos. Y es el liberalismo el que más ha manoseado y deformado estos conflictos que a entrambas orillas del Atlántico nos afectan por igual. Una vez más, el marxismo ha sabido recoger el testigo.

  6. Otro dato sería la presencia de revolucionarios españoles en América. El bolivariano VIcente Campo Elías, hablando de degollarse él mismo si hiciera falta para exterminar la raza española, o Picornell, masón republicano frustrado acá a finales del XVIII y luego pululando por América escribiendo himnos antiespañoles.
    Definitivamente, las Guerras de Separación constituyen hechos muy complejos y poliédricos para que el liberalismo y su testigo marxista hayan simplificado con tantísimos embustes. Éste es el propósito de mi artículo, y recalcar que si algo provocó el rechazo en América para muchos realistas leales fue la imposición golpista de la Pepa. Claro que teniendo «asesores históricos» como Pérez-Reverte se demuestra que ni sus partidarios se toman medio en serio el tema.

  7. Gracias Trajano por la bienvenida, y por la contestación a mi pregunta.
    Aunque creo que me expresé mal. Cuando preguntaba que si creíais todavía en que el rey de España entrará algún día en la Corte de Madrid. No me refería tanto al problema de la persona del rey, sino a todo lo que esto requiere previamente. Quiero decir que tal como van las cosas en España, tan mal las veo, que me parece que ni Dios ni Patria, ni Fueros, ni por supuesto Rey serán posible. Pero esto solo lo formulo como pregunta, para saber el motivo de vuestra perseverancia, en qué confiais, y con que plan de acción contais, para que no os hayais ido todos a casa llorando por esta España perdida.

  8. Estimados sñores:
    Permítanme que eche mi cuarto a espadas en este debate y de paso les felicite por su página.
    Creo muy acertada la opinión del marqués de Almedina sobre los efectos nocivos de las reformas de Carlos III. Si bien sirvieron para «racionalizar» la administración, acabaron convirtiendo las Indias en verdaderas colonias, sólo que administradas por una metrópoli que las podía defender pero que no las podía «colonizar». Es decir, que nuestra capacidad económica no nos permitía ejercer el dominio comercial que Inglaterra y Holanda sí ejercían sobre las suyas. Los marisabidillos golillas regalistas destrozaron los lazos espirituales de la vieja Monarquía Hispánica para imponer un despotismo funcionarial desalmado que, como todas las instituciones del Despotismo Ilustrado, fue borrado del mapa con un par de golpes de mano. En el siglo XVII los virreinatos fueron leales y se defendieron bien del enemigo, pese a que la administración no era «racional» y la Monarquía hispánica era débil. En 1810, con un «organigrama» mil veces mejor, el dominio de España se puso en jaque porque la dirección de aquel complejo burocrático dejó de emitir sus órdenes y el aparato estatal entero empezó a dar tumbos como un pavo descabezado. No fue muy distinto lo que ha pasado en nuestra historia moderna con los inmortales principios de nuestras efímeras constituciones liberales, antítesis de los seculares fueros. La Revolución lleva en sí el germen de la discordia y el caos.
    Por otro lado, conviene recordar que la mayor parte de los soldados realistas en América eran «pardos» y que los oficiales españoles eran muy pocos. El coronel Bobes, que humilló permanentemente a Bolívar, mandaba llaneros pardos y negros. Iturbide, Santa Cruz, Páez y muchos otros de los padres de las patrias americanas fueron realistas. La independencia de la Nueva España es incomprensible sin la traición de Riego, que quebrantó la lealtad de los criollos mexicanos.
    Espartero, en esa época era un simple oficial con pocas inquietudes ideológicas, su «compromiso»político llegará en 1834, cuando el progresismo necesite un espadón. Espartero fue progresista porque Córdoba y Narváez ya copaban el mando del moderantismo. Don Baldomero nunca fue un hombre de ideas, salvo aquella tan chusca del «hágase la voluntad nacional» que tanto servía para un roto como para un descosido.
    En fin, creo que me he extendido demasiado. Reciban un cordial saludo de este su seguro servidor que ya se calza las alpargatas.

  9. Su españa fuerte y una fue derrotada estrepitosamente por nosotros los latino americanos, que nos cansamos que se llevaran nuestro oro para mantener a las amantes de sus reyerzuelos «legitimos»… pero si no quedaron contestos vengan armados, aca los esperamos….

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