La proyección afirmadora de Andalucía

El condado de Niebla fue el epicentro de la conquista de las Canarias. Palos de la Frontera, el Guadalquivir de Triana y Sanlúcar de Barrameda bambolearon con galeones y goletas. Casa de la Contratación: Sevilla y Cádiz. Paladar de la vecindad con el extremeño y el manchego, así como con el Algarve portugués. Proyección afirmadora de una Andalucía con sus escuadras de castillos y leones avanzando por el firmamento cristiano, mirando desafiante a la Berbería, desparramando su ingenio en voces, palmas y guitarras que captaron músicas desde las Antillas a la vez que dejaban su fuerte impronta, desde que en el glorioso año de 1492 se corona la Reconquista en Granada.

Andalucía de los Pinzones y Rodrigo de Bastidas, Andalucía donde se recrió Alonso de Ojeda.

Andalucía de la brillante sangre cordobesa en Nápoles con el Gran Capitán.

Andalucía interviniendo directamente en la universalidad de la lengua castellana, la lengua de Elio Antonio de Lebrija, la lengua de Rodrigo Caro en Itálica.

Andalucía de bravos garrochistas que tiene en Bailén su victorioso campo de batalla derrotando al tirano Bonaparte.

Andalucía, he ahí tu historia, he ahí tu identidad, he ahí la Tradición;  he ahí las áureas evidencias contra quienes te falsean. En el reparto de la chispa ibérica te llevas la mejor parte. Contigo, por tu genio, las Españas aventuraron sus glorias y hasta en las extenuaciones te demuestras como brazo indoblegable de la patria, tal y como se batieron tus heroicos tercios de requetés por Dios, la patria y el rey legítimo, en la senda del general Gómez y Rufino Peinado.

Aquí los carlistas sureños recogemos el testigo de tu dulce presencia, presencia de olivo, viña, trigo y azahar, que con tu augusta altanería de romano olfato nos guía para pelear sin descanso por nuestras raíces.

 

Marquês de Almedina

4 comentarios en “La proyección afirmadora de Andalucía

  1. Andalucía es a España lo que Jalisco a Méjico, lo que Baviera a Alemania, lo que Gascuña a Francia ó lo que Nápoles a Italia. Es el Santo y Seña de la imagen de nuestra Nación y lo que caracteriza al espíritu español fuera de nuestras fronteras. Cuando se piensa en España desde el extranjero no se piensa en las muñeiras, ni en la ensaimada mallorquina, ni en el baile de la sardana, ni en el «cocidito madrileño» ni en los cogollos de Tudela. Se piensa en el flamenco, en el gazpacho, en las dehesas de toros bravos, en el jamón de Jabugo, en el vino de Jerez, en llos langostinos de Sanlúcar, en las gambas de Huelva, en la Sevilla puerto y puerta de Indias, en el Sacromonte granadino, en las playas de Cádiz, en los olivares de Jaén, en los spaguetti-westerns de Almería, en los patios de Córdoba y en el turismo de las costas de Málaga. Con todos los respetos para el resto de regiones españolas, Andalucía es la Marca Española por antonomasia y, sin embargo, sigue siendo la bufona de España de fronteras para adentro. Y todo porque los andaluces, (conste que antes que nada somos españoles porque aquí no hay sentimiento nacionalista, gracias a Dios), no terminamos de creernoslo. Así nos va…

  2. La verdad es que en Andalucía nos hemos creído mucho, demasiado, los estereotipos que desde fuera nos han colocado. Aunque ya no se ve tanto, aún se ve que cuando los andaluces se van a vivir fuera intentan disimular su acento, por no sé que complejo de inferioridad. Un andaluz que hable andaluz-andaluz no puede ser culto. El andaluz debe aceptar como norma el castellano de Madrid o de Valladolid, y así (y a causa de la televisión, entre otras cosas) estamos perdiendo mucha de nuestra riqueza lingüística. En el vocabulario, por ejemplo. No hace mucho le explicaba yo a un madrileño que en muchas partes de Andalucía a los cacahuetes (cada vez menos, por culpa de la tele) se les llamaba avellanas («arvellanas»), y el hombre se reía, condescendiente, sin decir que estaba menospreciando nuestra «incultura» por ello. No sabía el hombre, no sólo que la acepción es legítima, sino además fruto de una evolución natural de los usos en la lengua, y por consiguiente parte de nuestra riqueza cultural. No, para él se trataba de un producto de nuestra incultura. Los andaluces, esos brutos… Y nosotros vamos y nos lo creemos.

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