Tristeza

tristeza1Están tristes los liberales, están tristes y asustados porque no han podido evitar que alguien más radicales que ellos lleguen al poder. No se acuerdan ya de cuando los radicales eran ellos y han olvidado que para llegar al poder lo hicieron siempre a punta de bayoneta, cuando no con la guillotina por delante como pasó en Francia, en aquella revolución liberal, madre de todas las revoluciones. Sigue leyendo

Contra el europeísmo

Ni puedo ni quiero ni debo ser europeísta. "España y yo somos así, señora", que dijo un genio. Y menos de la Europa de Westfalia, que se confirmó en criminosos engendros desde Cromwell a la guillotina francesa.

¿Que hubo un día en que la Cristiandad se confundió con Europa? Sí, cuando el Viejo Continente miraba a Tierra Santa con todas sus fuerzas.

Yo soy español, español de Andalucía, español por andaluz y andaluz por español, no me “entretengo” en engañosos galimatías, y por ende defiendo la Hispanidad. Y porque soy hispanista, no puedo ser otra cosa que lusófilo y (hispano)americanista, amén de tremolar muy alta la bandera de mi raza. Porque pienso y creo que el camino español no tiene pérdida posible desde los romanos tiempos, y que éste se encuentra por ventura en la fuerte alianza con Portugal y nuestra América, en recuperar Gibraltar y en no descuidar la costa norteafricana como nuestra natural orilla. Y eso es lo que más temen y odian nuestros enemigos de siempre, por más que estemos en nuestras horas más bajas. Nunca querrán a España y Portugal aliados de verdad, ni menos con el Ultramar. Tanto a España como a Portugal se lo han venido dejando claro en estos últimos siglos. Sigue leyendo

Política y caridad (I)

Oí decir en cierta ocasión que el correcto ejercicio de la actividad política es, desde el punto de vista cristiano, una obra de caridad. Aquello que en un principio me desconcertó, (a primera vista no entendí qué tenía que ver una cosa con la otra), con el paso del tiempo se fue consolidando hasta llegar a ser una premisa fundamental y básica en mi modo de entender la política.

            Si partimos de la premisa de que la Caridad, como virtud teologal, es la viva expresión del amor del hombre para con sus semejantes como respuesta al Amor Divino, llegamos a la conclusión de que los cristianos tenemos la obligación de poner el amor en el centro de nuestras vidas. No es posible, por tanto, el ejercicio de la Caridad ni la vivencia del amor en un ámbito individualizado donde el hombre se auto contemple su propio ombligo. El Amor requiere un compromiso personal que demanda una entrega generosa tendente a paliar ó incluso a resolver las carencias del destinatario de nuestra caridad sin aguardar contraprestación alguna. Sigue leyendo